lunes, 24 de septiembre de 2012

Pozo, montaña, y... tú.

    Me mirabas desde arriba, desde el borde de mi pozo. Y yo que me deslumbraba no sabía nada de la vida. Cegado, sorprendido, admirador incondicional del brillo que desprendías. Tomó años, y muchos esfuerzos, subir por la afilada pared; ahora llego al borde, donde tu ilusoria imagen me está esperando. 
    Exhausto, extenuado por mi obsesión, empiezo a pensar que tan sólo eres fruto de mi incurable locura. Ya no te veo y pierdo el norte, ya no existe el objetivo de mi caza.

    Buscando quién soy me vuelvo y me asomo al viejo pozo, que ha sido mi morada durante tantos años. Lágrimas de  añoranza cortan mis mejillas, viendo la pared: Esa pared sucia y húmeda, inhóspita para otros, llena de arañazos, impregnada de mi sangre. Y respiro profundamente el aroma del hogar. No me puedo ir, no soy nada sin él. Mas abro los ojos y estás ahí, en el fondo, sonriendo con indiferencia y superioridad. 

    Debería bajar a atraparte de nuevo... <<¡No!>> La voz de un dejavu hace eco en mi mente. No debo bajar de nuevo, porque de lo contrario... de nuevo tú estarás arriba, y así seguiría el ciclo sin fin. Me desprendo de mis lastres, de mis preciosos recuerdos, de todo lo que me conforma... Sí, pierdo mi molde, y me fundo con el primer viento que golpea sobre el pozo. Me lleva lejos. 

    No quiero llorar, pero es inevitable. <<¿Hay algún destino para mí en esta vida?>> me pregunto. <<Ahí lo tienes>>. De nuevo está hablando esa parte de mí que escalaba el pozo con desesperación, con avaricia, con esa ansia de grandeza. 

    Enjuago mis inútiles ojos para ver esa deidad que ahora se convertirá en mi nuevo hogar: La gigantesca montaña que debo escalar se muestra orgullosa ante mí, sabiéndome tan diminuto como soy. A ella voy de seguro, como si mi destino me empujara por la espalda con una fuerza incomprensible. Sin saber por qué, sólo para tener un sitio que de nuevo marcaré con mi sangre; sólo para tener eso que únicamente yo puedo llamar hogar

    Y cuando llegue a la cima... sí , cuando no tenga propósito en mi vida, cuando no sea más que un vegetal que ni siquiera puede hablar de sus pasadas azañas, entonces te daré mis alas, que ya no servirán para nada. Disfrutarás tanto como quieras haciéndolas pedazos, poseyendo lo que quede de mí. 

    Pero... ¿de verdad quieres tenerme, quieres tomar todo lo que soy? No critico tu avaricia, pues es una cualidad humana... mas debes ir al pozo, porque allí yace la mitad de mi vida. Y después a la montaña, donde yace la otra mitad. Cuando hayas cobrado todo de mí, y poseas todo aquello que me da forma, sólo entonces tendrás lo que yo soy, y no lo que crees que soy. ¿Te sorprende mi locura? ¿Acaso te coge de sorpresa? te pregunto con mi risa demente. 

    Tu cara ya no es la misma, ansiabas mis alas pero no las tengo. Escalo pozos y montañas, vivo persiguiendo pájaros; es comprensible que pensaras que podías cogerlas y "volar" como yo. Sí, eso pensabas... pero en mi espalda nunca hubo alas, tan sólo profundas cicatrices. Y te grito, desde aquí arriba: ¡Ve, pobre infeliz, ve y sé feliz, no me persigas, o sólo hallarás los restos de una vida desbocada, apasionada y sin rumbo...! 

    ¿Que dónde dejé mi brújula...? Si acaso alguna vez la tuve, debe estar en el fondo del pozo... Si la encuentras no me la traigas, sólo me harías llorar otra vez de nostalgia. Úsala y vive la vida que yo no pude vivir.

viernes, 21 de septiembre de 2012

El Alma del Gladiador Capítulo 2

 ¿No has leído el capítulo anterior? La historia comienza aquí:    El Alma del Gladiador Capítulo 1
    
    Literalmente se arrojó en un placaje contra ellos y algunos cayeron al suelo. Después la atraparon y comenzaron a golpearla sin piedad. Y ahí tienes el peor recuerdo de mi vida; ella sufriendo una tremenda paliza y yo paralizado de miedo, como un cobarde. No fui capaz de ayudarla, y para colmo los abusones me ignoraron diciendo algo como “déjalo, alguien tan patético no merece la pena”.

    Cuando se marcharon corrí al lado de Hime, que estaba en el suelo repleta de heridas por todas partes. Me agaché junto a ella, impotente. Se me encogió el corazón como una aceituna y parecía que apenas pudiera respirar. Antes ya me había sentido patético por mi cobardía, pero esto era totalmente distinto.Y, por primera vez en mi vida, lloré.
     Sí, fui así de patético; ella estaba allí postrada llena de heridas y dolor, pero era yo el que lloraba como un bebé, pareciendo casi que me ahogaba. Tan sólo murmuré, entre sollozos:  "Lo siento... lo siento... todo ha sido culpa mía..."

    Ella no contestó. Simplemente permaneció allí tirada, mirando al cielo con los ojos perdidos, jadeando. La habían hecho daño. Y por mi culpa. Y yo no había movido un dedo para evitarlo. Jamás había conocido un dolor así. Noté que algo dentro de mí cambiaba, y en ese momento me invadió una sensación desconocia para mí hasta entonces: la culpa. Me sentía tan miserable que no sabía lo que decir; obviamente era una carga para ella. Sin mediar palabra me puse en pie y lentamente fui caminando en dirección a mi casa. 

    De pronto: ¡Eh! ¿Dónde crees que vas?” preguntó, gritando desafinadamente, la figura que yacía tendida junto a la entrada del colegio. Tal vez ahora me odiaba, y me quería hacer pagar todo aquello por lo que la había hecho pasar. “¡He dicho que vengas aquí, maldita sea!” bramó todavía con más furia que antes. Finalmente mi remordimiento pudo más que mi temor y me di la vuelta hacia ella, acercándome sin mirarla y con la cabeza baja. <<Lo que he hecho no tiene perdón, y más por habérselo hecho a la persona más importante para mí. Aceptaré mi castigo y por una vez haré lo correcto>>.

    Me aproximé hasta ella, todavía mirando al suelo, bajando la cabeza todo lo que podía. “Agáchate.” Temeroso de lo que estaba por venir hice lentamente lo que me decía, y cerré los ojos con fuerza. Repentinamente ella me abrazó, haciendo que perdiera el equilibrio, y me apretó fuerte contra ella. “Abrázame. He pasado tanto miedo...” Entonces mi sentimiento tocó fondo. Ella no era una superheroína ni nada por el estilo. También tenía miedo, pero aún así se había enfrentado a él.
    
    Después de algunos sollozos se enjuagó los ojos con una mano y me miró fijamente. “Es normal tener miedo, y es normal sentirse mal. Pero NUNCA se abandona a la persona que más te aprecia”.

    Al oír esas palabras me dio un vuelco el corazón. En otra situación me habría puesto colorado, pero entonces sólo pude romper a llorar con ella y abrazarla con más fuerza. “Lo siento. Siento ser tan cobarde. Te prometo que nunca te voy a abandonar. Y que voy a ser más valiente. Si es por tí, seguro que puedo hacerlo”. 
    “No hace falta que seas valiente. Yo te protegeré siempre, no me importa sangrar si es por tí. Sólo quédate a mi lado”, dijo mientras me estrujaba. Esa promesa de verdad me llegó al alma.

    La ayudé a ponerse en pie y fuimos a mi casa. La dejé con algunas sirvientas para que la curaran. Tras unos instantes volvió una sirvienta para hablar conmigo. “Señorito, hay un pequeño problema. La señorita dice que no se dejará curar por nadie que no sea usted”. “Está bien”, dije y la acompañé a donde estaba Hime (aunque antes pasé rápidamente por la cocina...). Entré en la habitación. Y allí estaba ella, con sus papos hinchados en señal de enfado, la cara roja y los ojos húmedos. Después de todo, éramos niños. No había nada de que extrañarse. Aún hoy cuando recuerdo aquel rostro de enfado inocente no puedo evitar la sonrisa.

    Finalmente la curé, y estuvimos juntos. No necesitaba más, sólo <<mi Hime>> podía ser todo mi mundo, no había otro lugar más acogedor para mí que su vera. De pronto me di cuenta de algo que antes jamás había pensado. Había cobrado un gran tesoro: Ahora tenía por fin un motivo para vivir. Ya no era el dinero, ni mis sirvientes, ni mi ropa cara... 
       Era ella.

    Y acto seguido otra imagen asaltó mi mente. Mi Hime placando a cinco matones a la vez, y siendo luego machacada a golpes. Seguramente tomarían represalias contra ella el día siguiente. Y al otro. Y su vida sería un infierno. No podría dormir, no podría comer, languidecería y se convertiría en un vegetal. Pero seguiría sonriéndome como el primer día; como si no hubiera pasado nada.

    “...ta! ¡Kota! ¡Kota!” Me había perdido en mis pensamientos. “¿Qué haces? De repente te has quedado como atontado, y poniendo caras raras...” “Lo siento, me he distraído. A ver, que continúo con la operación” Saqué un cuchillo que había cogido antes en la cocina: “¿Por dónde debería cortar, señorita? ¿Muslo o pechuga?” De golpe se quedó muda por un momento. “No, si realmente ya no me duele apenas...” “Jajajaja...” rompimos a reír como hacen los niños, como deberíamos hacer más a menudo. Realmente estar juntos era así de bueno.

Siguiente: El Alma del Gladiador Capítulo 3
  

Creative Commons License
El Alma del Gladiador by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.

Relato festivo XD

Bueno pues como lo prometido es deuda aquí está el relato festivo XD. Es festivo así que no le busques sentido.... XDDD
Estaba yo resolviendo ecuaciones diferenciales con una motosierra a pedales, cuando el cura del pueblo de al lado me mandó un ángulo obtuso por correo ordinal. Como era ordinal no hacía nada más que estorbarme el º que bailaba como una moscarda a mi alrededor. De modo que me cabreé con el numerito e ivoqué algunas letras griegas en un intento de crear una fiesta de álgebra. Claro, la letra π es muy maja  y obediente si le das de comer a las horas, pero a Ω le dolía la garganta y se había puesto mayúcula y en un plan dominante. Finalmente tuve que jugar con ella a la herradura para que se calmara. Luego engañé a la pila de letras para que participaran como metralla en una soberana parida y se la lancé sin conocimiento contra el ángulo. Comenzaron a surgir teoremas de senos y cosenos por doquier, pero no acababa de ver "senos" del todo por lo que en mi frustración abrí el ángulo y lo hice llano. Lo tiré al río y se fue flotando, precipitándose hacia un monstruoso hidrante que amenazaba con destruir el mundo. ¿Y qué podía hacer yo para salvarlo? ¡Es verdad! Todavía tenía la motosierra. Pedaleé con mala leche hasta que causé un vórtice en el espacio-tiempo; luego cogí algunos planetas deshidratados y jugué con ellos a las canicas, pero el cura parecía enfurecido y me lanzó átomos con obesidad mórbida. Cuando ya no me quedaba munición recordé las palabras de mi maestro: "tengo sueño, déjame en paz estúpido..." Y me sentí inspirado. Cogí algunas cuerdas de la teoría y apresé al cura malvado. Luego hubo una tremenda fiesta universal de objetos esféricos y como estaba reservado el derecho de admisión las pobres letritas griegas se tuvieron que integrar en otra ecuación.

El Alma del Gladiador Capítulo 1


    Bueno pues aquí voy con mi primera historia larga. Sé que no será tan fácil como las cortas que suelo publicar, pero se hará lo que se pueda. Y ya conmemorando las casi 1000 visitas del blog me he animado XD. Se trata de una mezcla de comedia, romance y aventuras. ¡¡Aquí vamos!!
    “Para un gladiador no existe el mañana: hoy te enfrentas a tu destino, aferrándote a aquello que más amas, a sabiendas de que puedes morir. En cierto modo no hay algo más bello, y a la vez más doloroso, que apostar tu vida por ello. Cada gota de tu sangre es una brillante chispa de anhelo, y en la arena tu cuerpo entero se convierte en un mar de sueños.”

    Me llamo Kotaro.
    Yo era un niño rico, uno de ésos que nunca manchan sus manos por nada. Siempre vistiendo con ropa inmaculada y cara, siendo atendido por mis sirvientes en todo momento. No conocía la felicidad o infelicidad, simplemente es que sólo había experimentado ese superficial modo de vida.
    Súmese a eso que mis padres siempre estaban en el extranjero por negocios, y mi mayor contacto con ellos consistía en el dinero que mensualmente me enviaban para mis gastos.

    Por aquel entonces tenía yo unos 7 años. Como se puede imaginar era un niño superficial, que sólo valoraba el dinero; de hecho, a mi corta edad era lo suficientemente maduro para comprender que los sirvientes me trataban amablemente sólo porque mis padres les pagaban.
    
    Tal vez por mi actitud, o simplemente por mi apariencia (o puede que un poco por todo) me sentía muy marginado en el colegio. Malas miradas se enfocaban en mí, como diciéndome que ése no era mi sitio. A menudo otros niños abusaban de mí, me insultaban, me escupían y hasta me robaban el dinero que llevaba encima. Aunque me molestaba mucho nunca tuve el valor para defenderme; era un cobarde, y no sentía que mi vida tuviera ningún valor.
 
    De todos modos, hiciera lo que hiciera el mundo no cambiaría, y las personas sólo se acercarían a mí por mi dinero, o para expresarme su odio. Así era el mundo; todo lo que no fueras capaz de comprar podía ponerse contra tí.

    Tan sólo había alguien en toda la clase, o casi más bien en todo el colegio, que no me despreciaba. Se trataba de una niña extremadamente pobre, cuya humilde ropa y apariencia delataban el hecho claramente. Al igual que yo la niña, de nombre Himawari, era rechazada por los otros niños. Puede que por eso comprendiera mi dolor. De modo que comenzamos a pasar tiempo juntos en los recreos, al volver a casa,... y también fuera del colegio. 
    Yo comencé a llamarla “Hime” (lo que al principio hacía que se sonrojara como un tomate), y ella a mí Kota. A menudo venía a hacerme compañía en mi fría casa, llena sólo de sirvientes, llenando la atmósfera de calidez. Incluso nos bañábamos juntos, cenábamos juntos,... básicamente éramos uña y carne.

    En cierta ocasión salíamos del colegio, ya por la tarde, camino a casa; cuando en la verja de la entrada apareció un grupo de nuestros temidos abusones. Eran cinco; no hacía falta preguntarse para qué estaban allí esperando, era más que obvio. Nos miraron con una cara que parecía una mezcla entre desprecio y diversión, y me quedé congelado.
    Incapaz de reaccionar, simplemente cerré los ojos en actitud sumisa aguardando lo inevitable.
    
    Pero de pronto... -¡Dejadle en paz! ¿Se puede saber qué es lo que os ha hecho? ¡Sois unos malditos cobardes abusones, buenos para nada!
Ante los gritos volví a abrir los ojos, tímidamente. Y no pude creer lo que vi: Hime cargando ella sola contra todos, con la cara roja de odio y rugiendo de rabia.

La historia continúa aquí: El Alma del Gladiador Capítulo 2 

=================================================
Nota: "Hime" significa "Princesa" en japonés.
Creative Commons License
El Alma del Gladiador by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.

martes, 18 de septiembre de 2012

llegan las fiestas del blog XDDD

¡Mami que emoción! Casi llego a las 1000 visitas... Muchas gracias a todos los que habéis leído mis relatos hasta ahora, y a los que habéis comentado. Espero que lo sigáis haciendo, veréis que mi "talento" es algo difuso XDDD. Pero me hace mucha ilusión, de verdad, así que cuando supere las mil voy a escribir alguna chorrada festiva DPM!! XD. No sé lo que va a ser como no sé qué tiempo va a hacer mañana (sí, me habéis pillado, no miro el parte del tiempo jajaj). En cualkier caso... se avecina algún estúpido relato festivo XDD. Por cierto, este sábado va a venir dj Marta a Burgos!! Casi tiemblo de la emoción... BAKA BAKA BUMPINGGG!!! XDDD

Alas de barro

Como cada noche que paso en vela por tí, moldeo tus frágiles alas de barro con mis agrietadas manos de alfarero. Tú no me lo agradeces, ni sabes quién soy. Tan sólo tienes una vaga imagen de mí en tus sueños. Mas por la mañana revoloteas alegremente a mi lado, simbolizando la esperanza de mi obra de arte. Por la tarde, en cambio, planeas como un pesado albatros. Y por la noche... aterrizas en mis brazos como un aeroplano inerte, agotada, con las alas hechas añicos. No puedo hacer nada mejor por tí y maldigo mi poco talento, pero cada vez que vuelas desborda mi orgullo de artesano; se quiebran de nuevo las arrugas de mi ajado rostro, y vuelve a él la sonrisa. Otra vigilia a tu lado, otra vez sueño despierto. No quiero luz eléctrica, ni luna, ni estrellas, ni nada que opaque tu inocente brillo. Tu vivo reflejo en mis ojos, junto con el tacto de tus rotas alas, es mi única guía en la oscuridad. Pasa otra noche conmigo... ¡mi inspiración!
Tomas cientos, miles de formas distintas, cada vez que me levanto al alba me cuesta reconocerte. Mas es inútil tu disfraz; te delata esa avaricia que te lleva a volar tan alto. Ni siquiera te preocupas por la fragilidad de mi obra, tú tan sólo trazas un limpio corte recto hacia el cielo, buscando tu fin. No tienes miedo a nacer, ni a morir. Eres valiente o insensata, irreflexiva y egocéntrica. Pero a pesar de todo... me tienes aquí de nuevo, cuidándote, moldeando otra vez tus alas para que mañana lo hagas de nuevo. ¿...Enamorado...? ¿Y tú me lo preguntas? ¡Pero si sólo soy tu sombra, tu reflejo, el que aspira a ser como tú!

Creative Commons License
Alas de barro by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Eres intensa!!

Me sacan arrastras de mi madre, me azotan. Respiro por primera vez, rompo a llorar. Sufro y es intenso. Tú me motivas, abres una nueva luz en mi interior, me enseñas a leer. Y es intenso. Tú empujas mi bicicleta, me sostienes y me lanzas. Aprendo la velocidad, el viento rozando mi cara. Y es intenso. Tú me miras fingiendo inocencia, con tu cara de ángel y tus profundos ojos azules. Y es intenso. Me inspiras poesías, rasgo el cuaderno de pasión; y es intenso. Me entrenan con fuerza, machacan mi cuerpo; me hacen un hombre. Y es intenso. Me voy de casa, vivo independiente. Conozco la libertad. Y es intenso. Dejo la balsa, me lanzo al río,,, y es intenso. Me conoces, me haces reír y llorar, estar feliz y luego triste. Y es intenso. Te cuido, te mimo, te abrazo... y te vas. Y es intenso. Eres fiel a mí, me haces ver otras cosas, intentas comprenderme. Y es intenso. Sigues mi ritmo, lo das todo de tí. Y es intenso. Me destrozas, me exiges más de lo que puedo. Me haces crecer. Y es intenso. Me entusiasmo, deslumbran mis ojos, y no veo que tú eres quien sujeta la lámpara que los ilumina. Y es intenso. Mi pequeño río de cobardía se termina, va a desembocar en el vasto mar, siento miedo y emoción. Y es intenso. Te conozco, te hago reír, te doy lo mejor de mí y te hago crecer. Ahora me olvidas. Y es intenso. Bailo como un loco, sin conocimiento, sin coreografía, puras pilas de pasión son las que agitan mi cuerpo. Y es intenso. Tú eres la más bella y la más malvada, la más alegre y la más traumada. Eres cambiante, apasionada, desgarbada, una artista por naturaleza. Me zarandeas en locos remolinos de frenesí, me causas un hambre desconocida de grandeza y me das amigos. Me lo quitas todo, no me das ni un triste beso en la mejilla y me enamoras del silbido de cualquier viento fortuíto. Mi vida... ¡TÚ ERES INTENSA!
Free counter and web stats