domingo, 6 de marzo de 2016

The Gladiator's Soul Chapter 1



Well, here I go with my first long story. I know it will not be as easy as the short ones I usually publish, but I will try as I may. And as a commemoration of the almost 1000 views of my blog I felt encouraged XD. It is a mixture of comedy, romance and adventures. Here we go!!         

“For a gladiator there is no such thing as tomorrow: Today you face your fate, clinging to what you love the most, realizing that you can die. In a certain way there is nothing more beautiful, and at the same time more painful, that bet your life for it. Each drop  of your blood is a shining spark of desire, and in the arena your whole body becomes a sea of dreams.”

My name is Kotaro.
I was a wealthy child, one of those that never stain their hands for anything. Always dressed in clean, expensive clothes, being looked after by my servants at every moment. I did not know the happiness or unhappiness, it was that I had only experienced that shallow lifestyle.

Add to that that my parents were always abroad for business, and my closest contact with them was the money that they sent me monthly for my expenses.

By that time I was about 7 years old. As you could imagine I was a shallow child who only valued the money; in fact, at that young age I was already mature enough to understand that the servants treated me kindly just because they were paid by my parents.

Perhaps because of my attitude, or simply because of my appearance (or maybe a bit because of everything) I felt very alienated at school. Bad glares aimed to me, like telling me that that I did not belong there. Other children often bullied me, insulted me, spitted at me and even stole the money I had. Although it annoyed me a lot, I never had the courage to fight back; I was a coward, and I did not feel that my life had any value.

Anyway, no matter what I did the world would never change, and people would only approach me targeting my money, or to convey their hatred. The world was like that; everything you were not able to buy could line up against you.

There was just somebody in all the class, or almost rather in all the school, who did not look down on me. It was an extremely poor child, whose humble attire and appearance gave the fact away clearly. The same as me, the child, called Himawari, was marginalized by the other children. Maybe because of that she understood my pain. So we started to spend time together during the breaks, when returning home… and also out of school.
I started calling her “Hime” (what at the beginning caused her to blush like a tomato), and I got “Kota” from her. She often came to make me company in my cold house, only full of servants, flooding the atmosphere with warmth. We even had baths together, had dinner together,… basically we were such good buddies.

A certain day we were going out of the school, already in the evening, way home; there suddenly appeared a group of our feared bullies. There were five of them; there was no wondering why they were there waiting, it was so obvious. They looked at us with a face which seemed a blend between scorn and fun, and I froze.
Unable to react, I just closed my eyes in a submissive attitude awaiting the inevitable.


But suddenly… “Let him alone! What in the world has him done to you all? You are nothing but damned, good-for-nothing bullies!
The screams made me open my eyes again, shyly. And I could not believe what I saw: Hime charging against all of them on her own, with a red face out of rage and roaring from pure anger.


The story continues here: The Gladiator's Soul Chapter 2
=================================================
Note: "Hime" is Japanese for "Princess".

lunes, 29 de febrero de 2016

Y me estaba yo preguntando... A veces uno se pregunta de todo. Que tienes preguntas para tí mismo, por supuesto, pero habitualmente preguntas porque no sabes la respuesta. Y después de algunos años cazando dragones en los marcos de las ventanas, conduciendo deportivos en carrocerías de cuatro latas, el destino o la casualidad te llevan al mejor trabajo que tuviste nunca. Pero claro, cómo no, tú te tienes que quejar de todo, y te preguntas si eres lo bastante bueno, y te vas porque alguien más quiere contratarte de cualquier manera.

Si en la vida no hay errores, porque todo son experiencias, joder, y digo joder y me quedo agusto, que venga dios y vea la sarta de chorradas que pueden sucederse en la vida de uno. Que podías tener la cabeza en tu sitio para tu edad, que no está bien echar la culpa de tus problemas a las circunstancias, que el origen de tus quebraderos de cabeza no tiene nombre, rostro, nombre ni título profesional. Aunque a veces, por supuesto es común y convenido buscar alguna cabeza de turco, pero no somos Disney, jaja. 

Que puedes ser obstinado y lo que te dé la gana, que puedes vivir como te venga en gana, pero por favor... por favor no te olvides de tí, no te olvides de mirar por tu bienestar. Que era muy fácil sentirse un poco mal pero es más fácil sentirse peor.

Ay mi madre, dónde está mi "Alma del Gladiador". Tengo que escribir esto, lo tengo así como abandonado... claro, es una ironía. Pobre relato... Tengo otro que comencé en inglés, que posiblemente publique también. Algunos scripts para cine sería algo genial, pero me da a mi que me va a molar más el rollo de escribir lo que me dé la gana y pasárselo a los  Dublin Film Makers a ver si son capaces de sacar algo decente de ello como script...

Sí, también está el duelo contra la evolución, eso es como algo con mucha carga filosófica o algo así y a veces no sabe uno cómo ponerse en el humor para escribir semejante cosa.

De todos mis recuerdos, las paridas con menos sentido, las descomunales chorradas que sólo tú y yo entendíamos, eso son lo mejor. Que no mires patrás ha dicho tu madre, que te vas a tropezar y te vas a dar una... Aquello que tomas más a la ligera, eso es siempre lo que más te cala. No sé cómo estas cosas ocurren o cómo no, todo un misterio de investigación para algún filósofo psicólogo inglés... 

Eh, pss, pss, vida, qué pasa contigo, no te quedes con mis caramelos. Que si los estoy tirando yo solito, que si la abuela fuma... venga venga, déjate de tonterías y afloja la sacarosa tronca...

Menudo post joder no sé ni por dónde cogerlo y eso que lo escribo yo mismo. Pues mi prima me preguntaba por algunos animes guays y yo a veces pienso que ha habido un antes y un después de EF - A Tale of Memories. Algo como la intensidad de la historia, que no es algo a medias tintas. Porque, ya se sabe, hay demasiadas cosas indiferentes en el mundo...

Volviendo al tema que dejé yo qué sé cuándo, yo qué sé dónde, necesitas una guía para leer este post, majete... No eres muy bueno con esto y con aquello, y al final es que siempre eres un cagaprisas. Que mira ése sabe y yo no sé, mira qué mal lo hago, mira qué... pero qué joder, estás cogiendo maña o aprendiendo o algo... En fin Serafín, no sabemos qué será, pero si al menos sabes lo que quieres, eso siempre será algo.

Y  qué coño que llevas como no sé cuántos meses sin practicar un karaoke decente. La última vez fue en un hostel de Dublín con un espectador que estaba bien borracho... tiempo ha ya. 

Que sea lo que sea. Está uno harto de romper huevos y no hacer tortillas. Lo mejor para la loli rubia más bonita, lo mejor para el amigo que está loco y vive haciendo experimentos todo el tiempo, lo mejor para el meetup de gengte loca, lo mejor para todos los que intentan (aunque no consigan) entenderme, lo mejor para mi profesora (mi senpai) que me dejó jugar un montón en el proyecto que tuvimos en común.

Y lo repito porsiaca hace eco: está uno harto de romper huevos y no hacer tortillas. Alguna tortilla tendrás que hacer. No tiene que ser un tortillón en plan empacho enterprise, lo que tiene es que saberte bien.

lunes, 5 de enero de 2015

El Alma del Gladiador Capítulo 16

Capítulo anterior: El Alma del Gladiador Capítulo 15 

Como de costumbre el autor de esta historia es tan irregular e impredecible como sus historias, jaja... A tod@s los que las seguís un saludo, un abrazo muy fuerte desde el corazón de un mero escritor aficionado.

<<Tantos años han pasado... desde que somos amigos, ella y yo. Los primeros de ellos fueron los mejores, los más dulces. Ahora, a pesar de mi corta edad, los días pasan volando mientras espío su deslumbrante sonrisa.>>

Estaba pasando algo. Desde hacía varios días Hime no había aparecido en el colegio. Ni la había visto salir de su casa en esa dirección; lo más que hizo fue ir a buscar recados. Ni que decir tiene que, en un curso acelerado de semejante calibre, no hacía ningún bien a los alumnos faltar a clases. Debía enterarme de lo que estaba pasando... Debía hacerlo, pero no quería hablar con ella. ¿Y si me odiaba? ¿Y si no me odiaba y el subsiguiente silencio me desgarraba el alma? ¿Acaso podría soportarlo...?

Estaba navegando por Internet, pensativo. Me dio por visitar la web del banco donde mis padres me ingresaban la paga.
No había paga. No este mes, y no el anterior. ¿Y si...? Algo fatídico comenzó a dibujarse difuminado en mi mente. Algo horrendo.
Olvidando todo lo demás por un momento, tomé el teléfono y llamé a mis padres. <<El número que ha marcado no existe...
… …
bip, bip, bip...>>
Respirando muy hondo volví a llamar. Otra vez. Y otra. Marqué las malditas cifras hasta que mi mente rozaba el colapso.
Claro. El dinero para los estudios de Hime. Ya no está. Y no me lo va a pedir. No me lo habría pedido nunca, pero además ahora ya es imposible.

Es curioso cómo las personas mantenemos la calma en algunas situaciones límite. 'Sangre fría' o como quiera que se llame, me asustaba en la misma medida en que me alejaba de ser un ser humano. Pero en aquel momento ni lo pensé.
Lo primero que hice fue llamar al mayordomo. Le expliqué lo que ocurría y que le estaba sumamente agradecido por sus servicios. Le pagué una suma (no muy boyante, que digamos) por su lealtad. “Muchas gracias, me has servido bien, si alguna vez necesitas un favor no dudes en llamarme...”

Con esto, finalmente mi casa se había quedado vacía. El aire se enrarecía en la mansión sin vida. Por los pasillos y estancias pululaban quejumbrosos los recuerdos de una vida que en otro momento fue feliz. Los gritos de Hime, sus expresiones, sus travesuras... La triste memoria de su belleza (que en mis ojos despuntaba) era como una pintura vieja y estropeada en todas las paredes de la casa.

Sabía lo que debía hacer. Tenía el número de cuenta de mis padres, de donde se pagaba mensualmente el curso de Hime. Fui al banco y ordené que se enviara dinero a aquella cuenta desde la mía.

Pasaron algunos días y la chica comenzó a ir a clase de nuevo. Me sentía bastante aliviado. Pero, por otra parte, ya no tenía ingresos. Si quería que Hime pudiera seguir estudiando en el curso acelerado, necesitaba conseguir dinero de alguna forma.

Debía seguir entrenando. Aquello era lo principal. Llegando a mi cita con Ulises, con mi cabeza dando vueltas como un tiovivo, varias cosas extrañas y distorsionadas pasaron por ella.

Mi maestro me saludó efusivamente, como siempre. El entrenamiento comenzó una vez más. Mis sentidos y todas mis cualidades básicas se habían aguzado. Algunos días era una auténtica paliza, porque, según Ulises, 'un cuerpo fuerte es la base para todo'.
En ocasiones su mirada se volvía melancólica y contaba algunas cosas de su pasado. Cómo luchaba en la arena, cómo era la vida de un 'gladiador'... No sonaba nada agradable, más bien parecían peleas de perros.
Ese día despertaba un especial interés en mí.
Y... ¿ganabas dinero?”
Claro... La gente apostaba por los luchadores, y si ganabas te llevabas una parte. Si perdías, eso sí, sólo te llevabas una buena somanta...”

<<Se gana dinero>>. Esas palabras se esculpieron profundo en mi mente, por alguna razón que es evidente pero que entonces no podía pensar.
También me contaba cosas muy trágicas de los gladiadores. Cómo algunos morían en la arena, cómo otros se quedaban inútiles, sonados, paralíticos, mancos o cojos... Era una auténtica carnicería. A nadie se le ocurriría ir allí. Pero... <<se gana dinero>>. El eco resonaría sin fin en mi mente.

Mi vida y la de Hime volvieron a su normalidad (en mi caso, al menos una 'triste normalidad'). Seguirla a todas partes era mi obsesión y pasatiempo. Ese día estaba bastante nublado. Ella volvía del colegio con su habitual belleza. Pero, extrañamente, no la seguían los moscones de costumbre, posiblemente debido al mal tiempo. Sin perder su coquetería ella miraba su espejo a cada rato, y se retocaba. El hecho de que una chica tan bella e inocente como ella anduviera por las calles en un día tan oscuro se me antojaba más bien peligroso, si yo no estuviera por allí.

Pasó junto a unas máquinas expendedoras, y se tropezó con un chico que estaba comprando bebidas. '¿Se tropezó?' Más bien fue una clara zancadilla, desde mi privilegiado punto de vista.

Se cayó al suelo y dañó las medias, y una de sus rodillas sangraba ligeramente.
¡Ay! Podrías mirar lo que haces, ¿no?” ¡Me has hecho daño!”
Ah... lo siento...” Esa era mi Hime, ahí disculpándose y siendo tan amable como siempre. Era para estar orgulloso de ella.

¿Qué ha pasado?” Otros tres chavales aparecieron de detrás de las máquinas. ¿Era aquello una emboscada? ¿Acaso serían conocidos de los matones de hace años? ¿O simplemente sería que su belleza era pecado y no lo podían soportar?
La cogieron violentamente de la muñeca y la levantaron: “Te vamos a enseñar modales, chica...”

<<Estoy preparado. No hay problema. Yo vivo para esto.>> Me puse un pasamontañas negro que añadido a la ropa oscura que solía llevar se convertía todo un uniforme de camuflaje. No quería ser reconocido. No por ellos, sino por Hime. No quería que supiera nada de lo que yo estaba haciendo. Si se enterase, no sabía ni cómo reaccionaría...

No medié palabra con nadie. Golpe. Llave. Otro golpe. En un momento todos estaban maltrechos y en el suelo. Sólo abrí la boca para decir:
Si os acercáis a ella de nuevo, os mato.” A continuación cogí su mano, que había sido tratada sin ningún cuidado. Parecía estar bien. Suspiré con alivio, la cogí de ella y la ayudé a levantarse.

Gracias, me has salvado. ¿Quién eres?” Dijo ella. Su voz, que hacía mucho no oía desde tan cerca, taladró mi pecho de lado a lado entre latidos desordenados. El cálido tacto de su mano, que había cogido por impulso, sólo hizo que empeorara la situación. Una parte de mí quería ir con ella, abrazarla y decirle “te quiero, quédate siempre conmigo...” pero mi mente fría no me traicionó y mientras algo se me desgarraba por dentro, solté su mano sin emitir sonido alguno y me marché corriendo, doblando la primera esquina para que no pudiera seguirme.

No sabía si estaba más triste de lo normal... había probado la miel con estos labios impuros, de nuevo. Pero bueno, al menos la había salvado. Una extraña inquietud me rondaba por la mente... En medio de la pelea pude sentir una presencia, como si alguien me estuviera observando desde las sombras. No puedo decir que le vi directamente, pero sabía que alguien había allí.

Mis sospechas más paranoicas se habían confirmado, alguien la acechaba en cada esquina para atacarla... De algún modo tuve un ligero alivio. <<Parece que estoy haciendo lo correcto...>> Y a la vez me sentí miserable, porque mi alivio provenía del sufrimiento de Hime. Así es. Me había convertido en un ser que mendigaba auto-justificación del mundo que lo rodeaba... Un ser para el que el fin justificaba los medios.

En cuanto a mi vida escolar, era algo mejor que antes ya que nadie se metía conmigo. Más bien todo el mundo me ignoraba, por lo que la calificaría de 'prácticamente inexistente'. Cuanto menos llamara la atención, mucho mejor para mí.

El día siguiente, a la hora de volver a casa, encontré algo en mi taquilla. Era una carta... Por afuera no tenía nada escrito, de modo que simplemente la saqué del sobre para leerla:
<<Te estoy observando.>> Era lo único que ponía. Parecía una carta de amenaza. Tuve un deja vu. Pero, si ese alguien me observaba a mí, posiblemente también observaba a Hime... ¿Era un chantaje? Pero no había pedido nada... Tal vez ese alguien me lo pediría más tarde. O tal vez sólo quería venganza. En cualquier caso, a lo largo de los años me había buscado demasiados enemigos. Si fuera alguno de ellos, o de sus aliados... Había estado tanto tiempo alejado de ella, precisamente para evitar esto...
Estando junto a ella tan solo la pondría en peligro. Pero el evento de aquel día y aquella carta abrieron mis ojos: <<Van a usarla a ella para resarcirse.>> Desde el primer momento no hubo salida. Tan solo mi mente idealista estaba dibujando un escenario donde todo sería 'perfecto' (por supuesto en un sentido absurdo de la palabra ^^U). Todos aquellos que acechaban atacarían mi punto débil. Ése es... <<mi Hime>>. Por eso la habían atacado, y volverían a hacerlo. De algún modo no podía estar seguro al 100% si la estaba ayudando con mi conducta o simplemente buscándole más problemas.

Entonces comprendí que no podría protegerla siempre. No, a menos que... <<esté con ella todo el tiempo.>> Pero, ¿cómo iba a hacer tal cosa? En aquel momento estábamos tan distanciados que la idea me parecía tan fuera de contexto como aterradora.

Al llegar a casa (después de 'perseguir a Hime', como de costumbre) una extraña ansiedad me impulsó a abrir el buzón. Allí había lo normal, algunas cartas de facturas y cosas similares. Las cogí todas a la vez con indiferencia, cuando... 'plock', algo cayó al suelo de entre ellas. Con curiosidad me agaché y lo recogí. Parecía ser una tarjeta de algún local de alterne. En una de las caras estaba dibujado un mapa de un área de la ciudad, y una cruz a bolígrafo marcaba algún punto en él.
En la otra cara: <<Pregunta por Atenea>>, escrito a mano, con letra rápida y casual.


¿Qué significaba aquello? ¿Podía ser parte del chantaje que empezó en mi taquilla? No era que estuvieran pidiendo nada directamente, pero sentí que debía ir allí y averiguar qué quería aquella gente.

Sin dudarlo un momento partí hacia allá. Viendo el pequeño mapa intenté aproximarme lo más posible a donde se supone que debía estar la cruz (o lo que fuera que representaba). En un punto aproximado había una pequeña tienda de antigüedades. En el viejo escaparate, bajo tenue luz posaban figuras de personajes mitológicos. <<Atenea>> era una diosa griega. Podía ser allí.

Entré en silencio, la puerta no hacía ni un solo sonido. Ni campanas, ni timbres, ni chirridos. Casi sentía como si me estuviera colando a escondidas en el lugar. La decoración era tan mitológica (o más) que la que se veía desde afuera. En un desgastado mostrador se encontraba un anciano. Tenía barba, como si fuera uno de esos ermitaños de las montañas. Una larga barba blanca. Estaba arrugado, y parecía concentrado en algo que tenía bajo el mostrador.

Me aproximé un poco y mis ojos llegaron a vislumbrar sus manos tallando una figura de madera. Parecía un personaje mitológico, lo que me hizo pensar que tal vez sabía de dónde habían salido los demás. Ahora, más que una tienda de antigüedades, se me antojaba como una de artesanía.

Buenas tardes...” dije, “busco a Atenea”. El anciano levantó la mirada. Sus ojos parecían penetrantes como puntas de lanza.
Ya veo... ¿Y quién la busca?”
...”
...”
Kotaro...”

Sin dejar de observarme atentamente con una cara como 'de póquer' metió la mano bajo el mostrador. E impasible como una estatua, siguió con su 'estudio' de mí, hasta que pasados unos segundos se abrió una especie de trampilla detrás del mueble, sin apenas hacer un sonido.
Ya lo ves. Puedes bajar por ahí...” El rostro inmutable había cambiado a una sonrisa entre maléfica y burlona. “Que te vaya bien, chico.”
Ya había llegado hasta allí, de modo que sin dudarlo mucho fui a la trampilla y comencé a bajar escaleras.

A nadie se le ocurriría ir allí. A nadie... que no tuviera que velar por el futuro de la princesa de los girasoles.

Creative Commons License
El Alma del Gladiador by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.
Free counter and web stats