Ha
empezado la instrucción de Haru. Todos los días la tenaz profesora
afianza en él conceptos que antes le eran totalmente ajenos: Sobre
la evolución, los animales, las plantas, el hombre, la
naturaleza,... Su mente confusa rebosa en un hervor de nuevas ideas,
mientras va cada día a buscar comida para ambos. Ella ha comenzado a
engordar, y cada vez come más. Parece que está embarazada. De vez
en cuando el muchacho le comenta algo al respecto, pero ella
enseguida corta la conversación con cosas como “simplemente es la
naturaleza” o “¿qué pasa, no te gustan las gordas...?” A
continuación lo manda a recoger más comida o agua aunque haya de
sobra, de modo que ya no pregunta más.
El
clima va cambiando poco a poco, y distintas estaciones se suceden.
Deben afrontar juntos el frío invierno. Para Dama es algo muy duro,
habiendo vivido previamente en un hospital, pero su determinación
yace sobre todo lo demás. Mujer íntegra, sabia e inspiradora, el
joven muchacho la ama con todo lo que tiene. Mas ella se muestra
complaciente pero distante. Haru, que la observa con sinceros ojos de
enamorado, es su alumno y su única arma para cambiar el mundo. Dama
lo quiere profundamente, pero la meta a la que consagró su vida es
la única que determinará su destino.
Ya
el muchacho va siendo más sabio. No queda ahora nada en él de aquel
jovenzuelo dependiente a quien su propia madre rechazaba. Y ella ha
engordado más, cada vez está más cerca del parto. Haru hace todo
lo que ella dice sin rechistar, pero de alguna forma siente una
incertidumbre en su interior. No puede evitarlo, ya que no conoce su
futuro a partir de ahora, ni el de su hijo... ni nada. Dama lo lee
como un libro abierto, y en esas ocasiones hace un descanso para
llevarlo al lecho. Al igual que un arquitecto, va componiendo bloque
sobre bloque en su pupilo, dándolo forma.
Cierto
día amaneció, y ella sabía que había llegado un momento
importante; debía hacerlo ahora, antes de que fuera incapaz. Haru
volvía con víveres que había conseguido en los alrededores.
“¡Haru!”
“¿Sí?”
“Ven
aquí.” Dama levantó la raída manta que la tapaba, incitándolo a
entrar en ella.
El
joven obedeció sin mediar palabra. Ella comenzó a hablar:
“Sabes
que quiero cambiar el mundo, ¿verdad?”
“Sí,
lo sé.”
“Y
sabes que te estoy enseñando para ello, ¿no?”
“Sí”.
Haru tenía una corazonada, sentía que algo importante iba a
ocurrir.
“Tú
sientes un apego por mí... Eso lo sé, puedo verlo en tí.”
“....”
“Ahora
escucha atentamente. Tú juraste dar lo que fuera por mi causa,
¿verdad?”
“Así
es.”
“Entonces,
quiero que cumplas tu promesa. Llegará una prueba que te hará
escoger entre seguir mi causa o quedarte conmigo. En ese momento,
¿qué harás?”
“Pues...”
Dama
le dio una bofetada: “¡No dudes! Debes seguir mi causa... Porque,
de lo contrario, toda mi vida y esfuerzo habrán sido en vano. Lo
comprendes, ¿verdad?”
“...”
Haru asintió sin decir nada, con una mueca de tristeza.
“Toma
esta carta, guárdatela. Te he enseñado de nuevo a leer propiamente,
así que no tendrás problemas en leerla. ¡Pero no la abras! No
hasta que nazca nuestro hijo. En el momento en que nazca la leerás y
obedecerás lo que sea que esté escrito en ella por encima de
cualquiera de mis palabras o gestos.”
“...”
“¿Estás
dispuesto a ello?”
El
muchacho comprendía que se acercaban tiempos duros, que seguramente
tendrían que separarse. Aguantó las lágrimas en un ademán de
esfuerzo y sufrimiento. La vida de ensueño que habían tenido juntos
no duraría por siempre. Él debería volar del nido y hacer lo que
fuera necesario para salvaguardar la promesa que hizo con ella.
“...
Está bien...”
“¡Promételo!
Honra tu contrato conmigo.”
“Lo
prometo. Haré sin dudar lo que está escrito en esta carta, aún si
no tengo idea de lo que puede ser. No te defraudaré, mi dama.”
Ella
sonrió con lágrimas en los ojos. Haru podía ver que ella estaba
apostando todo en esto. El propósito de su vida y el dolor de su
corazón iban ahora de la mano, y sus pupilas inundadas lo
atestiguaban.
“Así
me gusta, valiente. Ahora ven y toma tu recompensa.”
Una
pequeña gota desbordó sus pestañas, al tiempo que los amantes se
besaban.
Dama
le ha enseñado todo lo que sabe, todas sus supuestas locuras sobre
la evolución, la naturaleza, cambiar el mundo... Haru comprende
ahora la causa por la que lucha, y la ha hecho suya. Tras terminar
estas lecciones ha cambiado el carácter de ella, que se muestra más
cariñosa que nunca. Es como un sueño, pero él sabe que no debe
bajar la guardia. Recuerda claramente una advertencia de su
profesora: <<Cuando se acerque el momento del parto puede que
cambie de humor, e incluso que deje de lado mi causa. Si eso ocurre,
quiero que te mantengas firmemente fiel a ella.>>
Su
comportamiento revela que es inminente. Hoy tiene dolores...
Ha
empezado a gritar y jadear. Ya está aquí.
Haru
sólo puede ayudarla en lo que le es posible durante el
alumbramiento. La apoya, agarra su mano, la anima. Tras el dolor y la
extenuación se oye un agudo llanto, ya está hecho. Coge al bebé y
lo coloca junto a su madre para que lo abrace. Y obedientemente sale
fuera del refugio, saca la carta y comienza a leerla.
Duelo contra la evolución by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.
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