Salgo corriendo de casa, el pecho
me arde. Cojo mi bici y el viento en mi rostro me hace vivir. Llego a
la playa, rompen las olas con fuerza frente a mí. El ancho mar viste
el horizonte de oscuro misterio, clavo los ojos en él inutilmente.
Quiero escapar, ver lo que hay más allá... Tomo los remos y subo al
bote, pero tú no estás allí. Zarpo en silencio, mi barca vacía
sin tí.
Lágrimas secas marcan mi rostro; Esgrimo mis herramientas
desafiante, como espadas de madera, y las clavo con despecho en la
masa de agua rugiente. Cada embate me aleja de tu recuerdo impasible
un poco más, ya supero el oleaje y me adentro en la oscuridad.
Por fin puedo oírla: la eterna
canción del viento de altamar, sincera y pura. Me adentro un poco
más, y la oigo mejor... Ah, qué bello canto. Cierro los ojos y me
dejo llevar a la deriva, disfrutando del recital.
Ya no recuerdo
nada, por qué vine aquí o el por qué de mi furia. Tan sólo su voz
inunda mi mente de paz... Abro los ojos lentamente; y allí estás,
sentada en mi barca, hermosa sirena. Observo tu rostro, y es tan
bello que me ciega. Bajo entonces la vista y por casualidad enfoco mi
mano. Hay algo escrito en ella, la abro y leo: “Largo el sueño,
larga la agonía al despertar”. Mi mente se nubla, hay algo que no
quiero recordar.
Levanto la mirada y tú me
sonríes amablemente. Me pides la aleta izquierda, y yo te la ofrezco
gustoso. Escribes en ella, entre mis espinas: “Vive despierto o
muere soñando”. Y al fin lo recuerdo todo; lágrimas amargas
rebosan en mis ojos. Recuerdo que no debía haber vuelto aquí, que
sólo había una oportunidad. Pero he sabido lo que es la conciencia,
y ya no la quiero. Si son la especie más inteligente, ¿por qué
están haciendo eso con los mares, con la tierra, con todo? Quiero
volver a ser un pez y olvidarlo todo. ¿Todo...? Tan sólo quiero
recordarte a tí, traidora que me has hecho conocer el amor.
Me sumerjo en el mar de nuevo,
ahora todo está bien: mis redondos ojos ya no pueden llorar. Cada
día vuelvo a la playa a buscarte con mi inconsciente canción de
burbujas. Mi musa, grabada a fuego en mi mente, eres mi única
obsesión, el único fin de todos mis viajes submarinos. Cada noche
vuelvo al oscuro fondo... y vuelvo a soñar. Allí estás de nuevo,
sonriendo al fondo de mis pequeñas pupilas; llévame de nuevo en tu
barca... mi sirena.
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