domingo, 24 de febrero de 2013

ROMPERREALIDADES 3: Aprendiendo

El mundo ahora era distinto. Lo había hecho, había volado con mis propias alas. Yo, alguien que que pasaba su vida encerrado en un gimnasio, obsesionado con la musculación, había transgredido la barrera de la realidad. Ya mis ojos no no rebosaban esa obstinación que estuvo dirigiendo mi vida durante años. Había sido una marioneta de los clichés, de la propaganda televisiva, de la sociedad. Pero ahora ya nada de eso importaba; tenía poder. Tenía la posibilidad de moldear todo a mi antojo. Esas pastillas eran un milagro que me confería el poder de un dios.
Tras el primer vuelo quise hacer algunos experimentos más. Fui cogiendo concidencia del 'uso de la voluntad', y poco a poco llegué a dominarlo. Conseguí que mis alas se desplegaran y escondieran con el solo control de mi pensamiento. Asimismo pude convertir mis brazos en distintos objetos como picos, palas azadas,... incluso armas como ametralladoras y escopetas.

Sí, ciertamente era divertido... Tan sólo debía imaginar algo y podía conseguirlo. Y sin embargo había algo que me causaba un cierto desasosiego, sin saber exactamente qué.
Observé el bote del medicamento ensimismado, como intentando interrogar a mi propia mente. <<¿Qué ocurre...? ¿Cuál es el problema...? Este poder es fantástico, ¿no debería sentirme enorme?>> 
Agité casualmente el bote, embobado. El sonido revelaba que quedaban pocas pastillas en él. Mi rostro de incertidumbre se tornó en preocupación. <<¿Y qué voy a hacer si se me terminan...? ¿Volveré a mi antigua vida, a mi obsesión con los músculos, a mis ojos bloqueados que no pueden ver nada más allá...?>>

Mientras me deleitaba en mi preocupación el pensamiento afloró por sí solo: <<Ah, ya sé. Se supone que tengo un poder ilimitado sobre la realidad, pero sólo lo he utilizado sobre mí mismo, y más concretamente, sólo sobre mi cuerpo. ¿Acaso no sigo siendo un obsesionado con mi físico...? Debe haber cosas mejores que hacer con el, ahí fuera, que poner bazookas en mis manos...>>

Ahora con mayor conciencia volví a agitar el bote, como una maraca. Era verdad, quedaban muy pocas. Y para colmo, no había hecho nada realmente bueno con ellas...
<<Ya sé. Simplemente podría comprar más.>> Busqué en google: 'antroponova'. Tan sólo salían juegos y cosas por el estilo. Aunque, bien pensado, si ese medicamento se pudiera comprar online, el mundo sería un caos... Claro, cada uno lo moldearía a su gusto y placer; ¿y cuando lo hicieran dos personas con intereses contrapuestos? Podría haber guerras de proporciones bíblicas.

Ya estaba divagando. Por suerte recordé que aquel hombre, el que me regaló las pastillas, me había dado su dirección de correo electrónico. Saqué el teléfono móvil y la busqué: <<dreamingofhumanpotential@gmail.com>>. Puesto a pensarlo, no sabía ni su nombre. No conocía nada de él; bueno, salvo que era un hombre de color. Incluso, si lo volviera a ver puede que no fuera capaz de reconocer su cara. Todo eso daría igual, debía contactar con él, sólo él me podría ayudar con esto. Escribí un correo:

<<Hola, espero que me recuerde. Hace unas dos semanas tropecé con usted en la calle, a la salida del gimnasio, y me regaló un frasco de `Romperrealidín'. Aunque me costó comprender el concepto de 'voluntad', finalmente aprendí a utilizarlo. El caso es que, en mi ignorancia, he estado haciendo algunas pruebas en mi aprendizaje y me temo que lo he malgastado. Ahora sólo me quedan algunos comprimidos, y me estaba preguntando si sería posible conseguir otro frasco. Entiendo que el primero fuera de prueba, así que si quiere vendérmelo le ruego me diga el precio. Sea cual sea, gustosamente lo pagaré. Espero sus noticias, un saludo.>>

Según escribía la última parte parecía que me fuera a salir una risita malvada: <<Eso, puedo tomarme sólo una y conseguir el dinero que sea necesario... Jajaja, tú pon cualquier precio que podré pagarlo...>>.

Al poco tiempo me contestó. Realmente fue bastante rápido:
<<Sí, lo recuerdo, cómo iba a olvidarlo... Parece que finalmente comprendió el uso de la 'voluntad', además de darse cuenta de la insignificancia de sus metas. Debo darle la enhorabuena, no hay muchos que hayan sido capaces de activar el verdadero poder del 'Realidín'.
En cuanto a lo segundo, por favor; no me tome el pelo. Sé de sobra que podría tomarse un comprimido, conseguir todo el dinero que quisiera sin más y pagármelo. De ese modo yo podría poner cualquier precio, pero para usted no supondría coste alguno.>>
Al leer ese último párrafo se me puso cara como de 'huy, me han pillado...'
 
<<Sin embargo, podríamos hacer un trato un poco más interesante. El frasco que le regalé era de 50 comprimidos. ¿Qué le parecería conseguir uno grande de 1000? Le interesaría, ¿verdad? Pues estaría dispuesto a dárselo a cambio de que hiciera cierto trabajo para mí. No es un trabajo fácil, se trata de algo complicado y peligroso, y tendría que afrontarlo sólo con los comprimidos que le queden del primer frasco. Basta con que conteste 'sí' o 'no' si está o no interesado.>>

Me dispuse a responder el correo. Podía imaginar al hombre riendo perversamente, diciendo algo como 'jajaja, te tengo pillado...'
<<Sí>>, sólo escribí eso.
Al momento llegó la contestación, como si el hombre ya supiera lo que yo iba a contestar. Aquello reforzó mi imagen perversa de él.
<<Esta misma noche, a las 02:00 AM usted irá a la siguiente dirección: 'Polígono Industrial La Rana, nave 325', en Madrid. Para ello le sugiero que consiga un buen GPS. De este modo llegará allí volando alrededor de la hora acordada. Usted destruirá dicha nave hasta los cimientos, no dejará ni rastro de ella. Si sólo la destruye a medias o queda algún trozo de la misma mayor que un puño puede considerar la misión como fallida.>>
¿Y cómo sabía que yo volaba...? Me invadió la duda por un momento, pero ero era de suponer que aquél hombre supiera lo que una persona sería capaz de hacer tras tomarse estas pastillas.

Sin demorarme escribí: <<Trato hecho.>> 
Miré el reloj. Eran las 6 de la tarde. Tenía tiempo para comprar un GPS de alta gama en alguna tienda especializada. Sí, también podría tomarme una pastilla y hacer que apareciera uno ante mí, o algo así, pero debía reservarlas.
Por cierto, yo por aquel entonces vivía en Burgos. Sobre las 10 de la noche me tomé un comprimido y despegué en dirección hacia Madrid.


Creative Commons License
ROMPERREALIDADES by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.

miércoles, 6 de febrero de 2013

... y nevaba

Era un mundo vacío, una soledad absoluta. Y nevaba. El pálido color del cielo hacía juego con la alfombra blanca del suelo. Hacía tanto frío que mis rojas manos dolían, pero no había nadie alrededor a quien pudiera quejarme. De modo que tomé unos grandes botones de colores y una zanahoria, para crearte. Los botones tus ojos, la zanahoria tu nariz. Te di un nombre, un alma, una existencia junto a mí.  

Un buen día encontré la salida de ese solitario mundo, y sin pensarlo escapé de él. 
Y ahora añoro tu compañía, frágil muñeco de nieve. Aquí hay más personas como yo, y hasta tengo a migos. Pero tú no estás. El único que estuvo a mi lado mitigando mi soledad; confidente absoluto de todas mis poesías a la luna. Hoy te busco en teste mundo, mas ya no te encuentro. Gasto todas las letras que me quedan en crear un sinnúmero de universos alternativos, donde tú vuelvas a estar. Vago seguido de uno en otro, explorando en tu busca.

Al fin he encontrado un muñeco de nieve; pero no eres tú. Tan sólo pretenderé que no cometí el error, que nunca huí de tu lado, que todo vuelve a ser como antes.
 Era un mundo vacío, de nuevo junto a tí, y nevaba.
Free counter and web stats