domingo, 30 de diciembre de 2012

Bird on a wire

Ando perdido en el ocaso, siguiendo sólo la corriente de los ríos de nostalgia en mis mejillas. El cielo se vuelve tan rojo... y es tan bonito... La calle vacía, pues no queda nada sin tí. Observo cada rincón, cada esquina de mi alrededor. Pero da igual: Nada existe en este mundo que mitigue mi soledad, ahora que tú no estás. Tan sólo el viento, con su melódico silbido, parece poner banda sonora al todo. Los postes de teléfono lo aguantan firmemente, como indiferentes... A ellos todo les da igual, pasen uno, diez, cien años... estarán ahí. ¿Cuántas cosas han visto pasar? ¿Cuántas historias conocen, y no pueden contar? ¿Acaso ellos conocerán el olor de tu pelo, el sueño de tus abrazos? 

Mas los cables que sostienen no poseen su firmeza; bailan continuamente, acunados por el invisible cantante gaseoso. ¿Y quién se une a la canción? Un solista de excepción, celebridad donde las haya. Orgulloso, pecho afuera, un gorrión gorjea intenso los coros del céfiro. Y lo veo como un punto de relieve, que resalta en cada fotograma que devoro del mundo. Colorido y alegre, es lo más vivo en mis ojos. Como un espectador atónito presencio su monólogo de ópera. 

A quién le importa nada... después de tí, este ave es lo más bello que he conocido. Mientras no se vuele soy feliz; mientras cante ante mis ojos el mundo es bello. Y cuando calle... cuando calle quiero despertar en tus brazos, y que me silbes al oído. Y que digas entre dientes, poco a poco, muy bajito: "yo soy tu viento, querido".

Duelo contra la evolución (parte 3)

Asoma la cabeza, y ve la marea de hombres de blanco que se dirige hacia ellos. Va a cargar y derribarlos, no queda otra opción... "¡Espera!" Dama señala a la derecha: "¡Ve por allí, hay una salida de incendios!"
Haru obedece raudo y toma la puerta que ella le indica, baja las escaleras sólo un piso hasta el primero. "¡Sal por esta puerta!" De fondo se puede oír cómo la marabunta de médicos toma la misma salida de incendios y comienza a descender por los peldaños.

"Toma ese exitintor y corre hasta la habitación 109".
Llegan a ella: "Déjame en el suelo, entra y rompe la ventana con el extintor". Haru no se plantea ni una sola de sus órdenes. Entra como una exhalación ante la sorpresa del enfermo que allí se aloja. Rompe la ventana sin miramientos. Al salir de la habitación los médicos están peligrosamente cerca.

"¡Rápido! ¡Cógeme y salta por la ventana!" Haru vence el vértigo de saltar a lo desconocido y cae sobre el tejado que cubre la entrada principal del hospital.
"¡Huyamos de aquí! ¡Lejos, sal por esa verja a la derecha y vámonos muy lejos!"
El hombre salta manteniéndola en sus brazos como puede, y echa a correr. Para él parece repetirse la historia. Pero el cuerpo que sostiene siente algo nuevo, late rápido y sus ojos al fin desbordan la ilusión de que se les había privado durante años.
"... ¡Todo recto! ...
... Ahora gira a la derecha ...
... Sigue recto... "
Salen de la ciudad hasta la falda de un monte. Pero no tienen comida, ni dinero, ni nada. Afortunadamente Haru sabe cómo sobrevivir y podrá cuidar de ella.
"Descansemos. Debes estar muy cansado tras cargarme todo el camino. Creo que luego podré caminar por mí misma."

Ya está llegando el ocaso, y el horizonte se ruboriza. "No dormiremos todavía, debemos alejarnos más. Cruzaremos la montaña, y buscaremos algún lugar resguardado. A partir de ahora nuestra meta será establecernos en una casa-escuela, donde te enseñaré." Haru simplemente asiente atento.
Parece tan sorprendente la veloz amalgama que han formado estas dos personas fuera de lo común. Pero Dama cree que tal vez le ha exigido demasiado y quiere probar: "Puede que te haya pedido demasiado de repente... No tienes que renunciar a tu nombre, si no quieres."
"Mi nombre es el nombre de quien soy ahora, y ése es tu discípulo. Mi nombre es Haru, y no quiero oír hablar de cualquier otro que tú no me hayas dado."
Dama sonríe satisfecha: "Muy bien, no esperaba menos del hombre elegido como mi pupilo."
Tras un rato se levantan y suben por la montaña. Al otro lado se extiende una cordillera tintada de verde, con pocos signos de civilización. Haru se siente como si volviera a casa de nuevo. Pero ya no es 'Pedro'. El tal 'Pedro' ahora forma parte de un pasado que ahora se antoja tan ficticio como cualquier sueño.

Caminan durante varios días, y Dama conoce la vida afuera de su viejo mundo. Pasan el tiempo juntos, siempre juntos. Haru le muestra el alba y el crepúsculo como nunca los había visto. Ellos, dos seres descarriados del ritmo frenético del mundo se encontraron, y escaparon para siempre de él.
Cerca de la puesta del sol Haru guía el camino: "Veo algo a lo lejos..."
"Puede que sea un buen lugar. Vayamos a revisarlo."
Tras algunos minutos llegan al punto. Un recóndito paraje, escondido entre lo frondoso del bosque.
Dama lo observa complacida: "...Sí... Éste será nuestro lugar. Construyamos una cabaña bien escondida, oculta de todo." Se acerca a Haru y lo abraza: "Será tu escuela, y nuestro lecho." Se besan y se estrujan...
"Quieto, fiera. Primero hagamos la casita, y luego los bebés."

El joven asiente y va a buscar algunos troncos.
Ella contempla el horizonte, como si no se pudiera creer todo lo que está pasando. Parece demasiado bueno para ser verdad... al fin puede llevar su sueño a la realidad. Sí, es un sueño complicado, y sólo tiene unas pocas posibilidades de éxito; pero... al menos, se le ha dado la oportunidad de apostar. De modo que va a ponerlo todo en ello. Siempre quiso cambiar el mundo, y aquí llega su oportunidad.

Se ha quedado embobada, perdida en el horizonte. Se da la vuelta, y Haru ha reunido bastantes palos.
Está disponiéndolos como buenamente puede, en unas rústicas cuatro paredes que se apoyan contra una roca en la parte de atrás. El 'tejado' lo forman unas ramas repletas de follaje. Aunque no parece que pudiera retener la lluvia en lo absoluto, Dama sonríe: "Te vas a librar porque parece que esta noche no lloverá... Anda, vayamos a dormir. Mañana empezaremos con tus clases." 
 

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Duelo contra la evolución by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.

viernes, 21 de diciembre de 2012

El Alma del Gladiador Capítulo 10 (especial fin del mundo XD)

Arrghh por fin... siento el retraso, pero este capítulo no me parecía trivial. Como dice el título, es un "especial" con motivo del fin del mundo, de forma que lo he hecho más largo de lo habitual. Sólo es porque, si se acaba el mundo, al menos quería llegar al comienzo de la trama justo antes del fin... XDDD
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Hime estaba seca, parecía más una estatua que otra cosa. Primero una cara de sorpresa mirando su regalo; luego alzó la mirada y la clavó en mis ojos, cerrando la boca: “Esto... ¿qué se supone que es esto?”

“¿Acaso no te lo he dicho antes? Ésta es tu sorpresa.”

“Ya, supongo. Pero no me esperaba algo como esto...”

“Es que... después de todo tu trabajo este verano... creo que te mereces una recompensa...”

“Cualquier cosa me hubiera valido, no tienes que cuidarme tanto. Además, aunque me regales la matrícula del curso, mis padres no van a poder pagar las mensualidades...”
 “Sobre eso... aún no te he enseñado toda la sorpresa. El caso es que les pregunté a mis padres si podían pagarte el curso... y accedieron encantados.”
 

Su expresión se endureció un poco: “¿Y además vas a pagarme todo el curso? Lo siento, somos los mejores amigos, pero no puedo aceptar esto. No debería depender tanto de tí, me haces sentir mal, como si me estuviera aprovechando.”

Y ahí llegó lo que me temía: Hime rechazando abiertamente mi regalo.

“Pues yo no creo que te estés aprovechando. Además, en realidad sólo les comenté casualmente a mis padres que te habían ofrecido el curso acelerado, y todo lo demás surgió de ellos. Si quieres rechazar su amabilidad adelante, pero creo que se sentirían dolidos.” Aunque no me hacía gracia la idea de mentirle a mi Hime, en ese caso pensé que 'el fin justificaba los medios'. En cualquier caso debía conseguirlo, aquello iba a ser para su bien en todos los sentidos.



“... ¿De verdad...? ¿ellos te lo dijeron...?”

“Por supuesto, saben que eres mi mejor (única) amiga y te quieren ayudar; y de todas formas les sobra el dinero, no creo que esto les suponga ni siquiera un pequeño gasto.”

“Pero... pero... aprovecharme así de su amabilidad... Soy tan pobre... No deberían malgastar su dinero en alguien como yo...” Sus tímidos ojos ahora enfocaban el suelo, en un claro gesto de desasosiego.

“¡Hime!” Grité repentinamente. Sobresaltada, abrió los ojos de golpe y levantó la cabeza.

“......”

“¡Maldita sea, no deberías ser tan egoísta!”

“¿Egoísta yo...? Sí, puede que lo sea. Después de todo siempre estoy abusando de tu buena fe...”

“¡No es eso! ¡Eres una egoísta porque no dejas que cuide de tí, aunque sea lo único que me hace feliz en el mundo!”

Hime se sonrojó de golpe y se retrajo un poco.

“Pero si hago eso... si tomo el curso acelerado, ya no estaremos más en la misma clase. No podremos vernos todo el rato...”


Así que era eso. Me sentí fuertemente reconfortado por dentro. Después de todo, ella sólo quería estar conmigo. Aquello reforzó mi decisión:

“No pasa nada, podemos venir juntos a clase, y volver juntos a casa. A mí tampoco me gusta la idea de no estar en el mismo aula, pero tienes talento y deberías aprovecharlo. Si no, las buenas intenciones de mis padres caerán en saco roto. “

Despiadadamente, le dí el golpe de gracia: “Y ahora que están tan ilusionados con todo lo que puedes llegar a ser, no me siento capaz de decirles que lo has rechazado sin más. Además, si lo haces bien en el curso especial prometo que te recompensaré.”

“...” Parecía algo afectada tras oír aquello.



De repente sonó el teléfono móvil de Hime:

“¿Hoy llevas teléfono móvil? ¡Qué raro!”

“Sí, por alguna razón hoy mi padre me lo ha dejado y me ha dicho que lo llevara 'por si acaso'...”

“¿...Diga...?”

Al otro lado de la línea se oyó la voz de una mujer sollozando: “Sniff... sniff... hija... somos muy pobres... si al menos pudiéramos pagarte una buena educación... sniff... sniff... Aaaahhhh lo sientooooo... soy una mala madre... no te puedo dar lo que necesitas... sniff...”

“Mamá, no digas eso. Tú no eres mala...”

“Pero, si tuvieras la oportunidad de estudar, no la rechazarías, ¿no...?”

“No, mamá, sabes que no lo haría...”

“Ah, vale; ya estoy más tranquila.”

Y colgó. A la niña se le quedó una cara un tanto rara, y murmuraba: “¿y esto a qué ha venido...?”



“... está bien... tal vez podría intentarlo... no quiero defraudar a nadie.”

Ya casi era la hora de comer. Como en un acuerdo tácito comenzamos a caminar hacia su casa. Aunque parecía haber conseguido lo que pretendía, ahora Hime se mostraba algo distante, la había hecho sentir mal. Prácticamente podría decirse que era la primera vez que la veía de esa forma. Así es, yo que presumía para mis adentros de que sabía hacerla sonreír, había hecho lo contrario esta vez. En todo el camino no medió palabra conmigo. Era lógico, casi podría decirse que la había obligado a aceptar aquel enorme regalo.



Nos despedimos con un gesto que se me antojó tan falto de vida como una tundra.

De camino a casa, cada paso que daba parecía que se me iba a salir el corazón. Lo sabía todo: Cómo había sido tan egoísta, y aún peor... cómo el hecho de que ella no quisiera estar conmigo beneficiaría a mi más egoísta todavía (si cabe) plan para protegerla. Y para colmo yo la había llamado egoísta a ella. Podrían llamarme egocéntrico hasta quedarse afónicos, pero debía hacerlo. Se estaba volviendo mi obsesión. Lejos de olvidar lo que ocurrió a la salida del colegio, durante las vacaciones de verano no había parado de darle vueltas y pensar que en cuanto comenzaran las clases estaríamos de nuevo en peligro. No me quedaban opciones; había conseguido que entrara en el curso acelerado, eso ciertamente ya era un logro. Ahora sólo debía hacerme fuerte, y cuidarla desde donde ella no me viera. Para que no tuviera problemas. Ella era alguien con talento, pero injustamente había nacido en una familia tan pobre. Yo, en cambio, nunca tuve ningún talento especial. Bueno, hasta hacía unos pocos minutos creía que era el de hacerla feliz...



Sentía una profunda presión en el pecho, como si me fuera a ahogar. No sabía si era por la idea de alejarme de ella o por el hecho de que la había hecho sufrir. Y la lluvia de tristeza comenzó desde mis ojos de nuevo, cayendo en mis incrédulas manos. Seguía siendo un niño, uno muy débil y cobarde. De nuevo estaba lloriqueando... el desconsuelo me robó el equilibrio a la par que a mi única amiga, y sólo una fría farola me sujetó. Eso era lo que me esperaba: frío, tristeza, falsedad... era mi castigo por disgustarla a ella. Permanecí un rato regando el mástil de mi pena. No podía creer lo que estaba ocurriendo... ¿eso en verdad era lo que quería? ¿perder a Hime?

<<Yo soy tonto...>> “¡¡Yo soy tonto!!”, grité al cielo, como maldiciendo al mismísimo espacio- tiempo que me había llevado a aquella situación.



Ya no había nada que pensar. Estaba a medio camino de mi casa, y me dí la vuelta. Eché a correr como enfermo; mi mente en blanco, mis piernas ligeras. Creo que hasta entonces jamás había visto el mundo moverse tan rápido. El fresco viento en mi rostro me hacía sentir vivo. Ya había alcanzado la velocidad punta, supongo que en ese momento me creía el tren bala... pero algo en medio de la acera se acercaba como un obús. No podía frenar, no había forma de detenerme...

Todo pasó en una fracción de segundo: una fugaz visión del rostro de Hime, seguida del mayor placaje conocido entre dos personas no profesionales de rugby. Ambos caímos al suelo y permanecimos ahí doloridos.

Apenas conseguí incorporarme:

“Lo siento, Himawari. Te he hecho sentir mal.” Mis ojos avergonzados enfocaban mis rodillas. “Además te he mentido. No fueron mis padres los que propusieron lo del curso acelerado, eso me lo he inventado. En realidad... se lo he pedido yo. Lo he hecho porque sé que tienes talento, y que si no puedes desarrollarlo es sólo por falta de dinero. Lo siento... he sido un egoísta por no consultarlo contigo, pero quería darte una sorpresa...”



Ella también se incorporó y se acercó a mí.

“Sabes, Kota... ser tan pobre me causa complejo, y no quiero depender de los demás. Pero no soy tan pobre como crees, ya que tú estás a mi lado.” Pasó la mano por una de mis mejillas húmedas. “... lo que has hecho me ha molestado, eso es verdad. Pero que me llames Himawari... es algo que nunca quiero volver a oír. Y estas lágrimas... son algo que nunca quiero volver a ver. Lo sé, todo el mundo dice que si tengo talento, que si pudiera estudiar... pero si es por tí, sólo por tí, tomaré el curso. Si eso te hace feliz... no sé nada del mundo, Kota. Pero creo en tí.”



Arrgghhh nunca olvidaré aquel momento, tras oír aquello me sení en la cima del Everest. <<Puede haber campeones en todas las disciplinas, reyes, príncipes y ministros... pero eso no es nada; ¡¡ella cree en mí!!>>

“Buaaahhhh...” Rompí a llorar como un niño pequeño, abrumado por el oleaje de emociones en tan poco tirempo.

Hime se incorporó y se acercó a mí: “Pero mira que eres llorica...” Y me abrazó.



Sus bellas palabras resonaban en mi interior como música de arpa. Tal vez podía conseguir todo: protegerla y no perderla. Así como se borra un boceto a carboncillo, se borró de mi rostro la preocupación que había albergado durante el verano. Me perdí entre sus brazos, y luego pululé hasta mi casa con una estúpida sonrisa de felicidad.



Al día siguiente Hime vino a buscarme muy pronto por la mañana, con una sonrisa que hacía juego con el sol de verano avanzado que me deslumbró al abrirle la puerta.

“¡Kotaaaa! ¡Ven conmigo al campoooo!”

“¿..mmmm...?” ¿...ehhh...?” Yo todavía estaba dormido.

“Me voy con mis padres a pasar unos días en el campo, en la casa de mis tíos. Y me han dicho que puedes venir también.”

“Esto...”

“¡Vendrás, ¿verdad...?!

“Ehhh... si... bueno...” Yo intentaba espabilarme, pero Hime simplemente me llevaba ventaja.

“¡No se hable más! ¡Te ayudo a hacer las maletas!”

Y así de repentino fue. Pero me alegré mucho de que volvía a ser la niña revoltosa de siempre.



Más tarde vinieron a recogernos sus padres con el coche. Nosotros salimos rápido con mis maletas, para no hacerles esperar. Su madre bajó del vehículo:

“¡Hola, Kota! ¿Qué tal fue la sorpresa de Hime...? Ya sabes, lo del curso acel...”

Mientras hablaba yo gesticulaba como podía diciendo <<¡no, no lo digas!>>, al tiempo que el rostro de Hime se fue arrugando progresivamente.

“.....” “¡¿De modo que lo sabíais todos...?! ¡Aaaarghh! ¡Ahora entiendo lo de la llamada! ¡Estabais todos compinchados contra mí!”

Se le pusieron los papos más gordos que nunca, y creí que explotarían.

“¡Jo! ¡Sois malos! ¡Me gastáis bromas pesadas!”

Su padre ponía una sonrisa extraña al tiempo que desviaba la mirada a un lado y se rascaba la nuca. Y su madre la intentó apaciguar: “Lo sentimos mucho, hija. Pero Kota ha dicho que te compensará por el mal trago... como tú quieras.”

“¿ehhh...? yo...” La mujer me miró directamente y se me cortó la frase.

<<oh, oh... creo que me la han jugado...>>

“¿De verdad? ¿Como yo quiera? ¿Y no se caduca?”

Los apremiantes ojos de su madre seguían sobre mí.

“No, no caduca...” dije sonriendo con la resignación de un vendedor de aspiradoras a domicilio.

Pareció que Hime estaba satisfecha con el trato, de modo que dimos el asunto por zanjado y montamos en el coche.



La casa de sus tíos era grande, tenía como siete habitaciones o algo así. Toda de madera, rústica como se esperaba de una casa del campo.

La mayor parte del tiempo estuvimos jugando con los animales (bueno, más bien los chinchábamos, XD).

Recuerdo que fuimos con su tío a dar de comer a las cabras que tenían en un corral. La verdad es que Hime estaba muy entusiasmada, era fantástico verla así.

“¿... y que comen las cabras?” preguntó ella, con los ojos brillantes y esa sonrisa de vendedor de seguros.

El granjero mostraba indiferencia: “Bah, comen casi cualquier cosa. Les puedes dar hierba fresca, hierba seca o paja, o lo que tengas a mano.”

“¡Está bien! ¡Vamos a comprobarlo!” Cogió un poco de paja del suelo y se la acercó a una cabra. El animal no se mostraba muy atraído por el menú, para lo cual ella demostró tener recursos:

“Ve-e-e-ennn ca-a-a-bri-i-i-ta-a-a mi-i-i-i-ra-a-a qué-e-e co-o-o-o-sa-a-a-a má-a-a-a-as bu-u-e-e-e-na-a-a...”



El comensal en cuestión la estaba observando fijamente y comenzó a caminar hacia ella, lentamente. Pero... “¡JAJAJAJA!” Ya no me pude aguantar y rompí a reír a carcajadas. “¡HIME ERES LA BOMBAAAA JAJAJAJAJA!”

Ante mis gritos el animal dio un brinco hacia atrás.

“AAAAAAHHHH! ¡MIRA LO QUE HAS HECHO! LA HAS ESPANTADO!”

“Ehhh... esto... lo siento, ha sido sin querer...”

Ella seguía de pie junto a la valla del corral: “Sí, claro, y ahora todo mi plan a la basura.”

“Vale, no te preocupes. Yo las atraeré.”

“¿Tú crees?”

“Por supuesto, tú confía en mí. Verás mi habilidad de convocar ovejas.” Y empecé a balar como ellas, de forma muy grave y profunda: “be-e-e-e-e-e-e-e-e-e-e-e-e...” pero no pasó nada. Seguí insistiendo, todavía más grave: “be-e-e-e-e-e-e-e...”

Esta vez sí recibí contestación. Del rebaño salió una cabra gorda y enorme, que vino hacia nosotros mansamente. Parecía más bien mayor, al menos por la voz y el tamaño.

Hime aprovechó la ocasión: “Toma, cabrita, come esta paja...” El cuadrúpedo olió lo que ella le ofrecía pero no parecía muy interesado por ello, y se apartó un poco de la valla.

Ella metió un poco más el brazo, para acercarle la comida: “Jooo, pero come esto... ¿no te gusta...?” En un abrir y cerrar de ojos la cabra volvió a acercar la cabeza; parecía que al fin lo iba a comer. La niña se puso contenta, sintiendo que al fin conseguía lo que se proponía.



Pero lo que la cabra comió no fue la paja... sino la manga de la chaqueta de Hime.

“¡Aaaaaaahhhh! ¡Pero mira lo que me ha hecho!” Retiró la mano de la valla rápidamente, sobresaltada. La cabra empezó a balar más y más fuerte, como quejándose porque le habíamos dejado sin menú. Bajó la cabeza, y escarbó unas cuantas veces con la pata en el suelo... Me dio mala espina: “No irá a... no irá a...” Sí, 'iba a'. Arrancó de pronto y dio un fuerte topetazo a la valla del corral.

“¡Aaaahhh! ¡Corre, Himeeee! ¡Ahora que te ha probado, quiere devorarte enteraaaa! ¡Socorroooooo!” Y ella despavorida conmigo: “¡Noooooo! ¡Las cabras comen niñaaasss! ¡Socorroooooooo!”

Su tío se moría de la risa. “¡Jajajaja! ¿Qué os ha pasado? ¡Quieto, 'Dientes de Sable'!” (intencionalmente lo gritó para que lo oyéramos).

En ese momento Hime y yo estábamos saliendo como locos por la puerta:“¿Dientes de sable? ¡Ahhh, corre Hime correeee! ¡De verdad come personas!”

“¡JAJAJAJAJA...!” Ahora su tío sí que se moría de la risa.



Durante la cena se lo estuvo contando al resto de la familia, que se divirtieron mucho a nuestra costa.

Lo pasamos muy bien allí en el campo, todos los días nos divertíamos bastante. Lo poco que quedaba de las vacaciones reunió los últimos buenos recuerdos que tengo de aquella felíz época.



Finalmente terminó el verano, y empezaban las clases de nuevo. Yo era feliz como un niño, como siempre debería haber sido. Pero mi ingenuidad me jugaría las peores pasadas de mi vida. Todo iba a cambiar.

Siguiente: El Alma del Gladiador Capítulo 11

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lunes, 17 de diciembre de 2012

Spin-off de un sueño antes del fin del mundo

Tú vivías encerrada, siempre encerrada en tu hermética casa de muñecas. Un día por casualidad, o por error o quién sabe... logré colarme en ella. Y el sueño se inspira en la realidad: tan linda como una muñeca, tan guapa, tan frágil y privada de tu libertad. Te beso, te amo, te abrazo cada segundo con la urgencia del fin de todo. No hay mejor sitio que a tu lado, quiero quedarme para siempre aquí contigo. Pero antes o después aflora la realidad: no puedo seguir aquí eternamente, soy obligado a salir de tu casita. La sinrazón de un sueño loco jala de mí como una aspiradora, me quiere alejar de tí. Nuestro contacto se hace tenue como una vela, hasta que desaparece. Me rehúso a soltarte, tu pequeño cuerpo en mis manos es el pagano símbolo de mi felicidad. Y me duele el alma, lloro amargamente pero mi tristeza no puede disiparse. Tener algo tan bello y luego perderlo... eso no debería permitirse jamás. Fuera de tu casa de juguete vuelvo al mundo áspero, frío, real pero lleno de recuerdos que me mantienen ensoñado a cada instante. La odiosa consciencia intenta volver a mí, y sé que todo se ha acabado. La casita ahora está vacía, tú probablemente existes en cualquier otro sitio... o no existes, y mi ensueño sólo me persigue ahora en la realidad como un mero eco de mi demencia. Tan injusto... tan sólo quería quedarme para siempre contigo donde sea que estuvieras, porque en todas mis adicciones tú eres el factor común.
Ya despierto miro al techo. No hay prueba tangible de tu existencia, pero te amo. Probablemente seas la personificación de cualquier ola en la marejada de mi subconsciente; pero te añoro. No conozco tu imagen exacta, ni tu talla ni tus medidas... ni siquiera el color de tu pelo. Qué gracioso, bonito chiste gráfico para el que lo mira desde afuera. Pero esos minutos de desconsuelo nada más despertarme fueron reales; sé que el fin del sueño fue un adios para siempre. No es como si supiera que estás lejos pero pudiera comunicarme contigo, no. Ahora todo se acabó.

lunes, 10 de diciembre de 2012

¡¡¡RSS!!! (Romántico y Sin Sentido)

Te contentas de la forma equivocada, vives de la forma equivocada, y alcanzas tu felicidad usurpando la mía propia. Pero tu pupila es negra de quemada de pasión, y te dejas llevar por cualquier impulso. Existes de forma insensata, de principio a fin , ¿y no es lo mejor? Malvada musa de inspiración instantánea, invocarte es como meterse un Efferalgan directo en la boca (XD): mientras estás en caliente sueltas tu esencia de golpe, sin saber si cabe en algún recipiente o simplemente se perderá. Y yo como un tonto voy con el cubo de la playa recogiendo las gotitas del salpicón que has hecho al caer... Sí, sólo un cubo de playa. Porque la piscina la tiene ella... la traidora que robó el corazón del autor.

Bailas casi inconsciente alrededor de cualquier puntito de luz; sientes la música y simplemente eres una sinergia con ella. Yo toco la melodía y tú pones la poesía con tu mera existencia. Contar cualquier relato sobre tí... eso es fácil. Pero explicarte es otra cosa. No tiene notas mi arpa para expresar el sonido de mi corazón cuando pienso en tí, al igual que ni la escala de colores de 32 bits tiene tonos bastantes para no traicionar la belleza de tu imagen.

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domingo, 9 de diciembre de 2012

Bajo tu sombrilla

Esa chica pasa los días bajo su sombrilla, ignorando la realidad. Viviendo un sueño que sólo ella puede ver, en un mundo cilíndrico de un metro cuadrado. Su único amigo es un viejo y desgastado libro de poemas. Nadie puede penetrar en su pequeño fortín. Yo la miro a escondidas, desde lejos; es la melancolía, en forma de mujer. Quisiera que me contara... No. Tal vez es mejor no saberlo. Tal vez su fugaz existencia se reduce a mi percepción... Y yo la sigo observando desde aquí, detrás del arbusto. Porque si me levanto y la miro directamente, quizá no la pueda ver más. Porque no quiero que desaparezca... Su piel es tan blanca que a veces se me antoja transparente, y aguzo la vista para no perder su presencia.

Y entonces me percato; es tan bella... como efímera y difícil de ver. ¿Debería hablarla...? ¿Pero y si salgo del arbusto y se ha esfumado? ¿O cuando intercambiemos palabras se desvanece mi imagen divina de ella...? Ah, el añorado escozor de mis ojos. No los cerraré, pues sé que en un parpadeo te perderé de vista. Tan rauda como vienes te vas, sin tener en cuenta a tu oculto admirador. Llueva o nieve, con frío o con calor... vienes. No sé si mañana habrá mundo, o sol que me caliente, o un lugar al que llamar "hogar"; pero sé que aunque se acabe todo, aunque ya no flote una brizna de esperanza en el aire, tú vendrás. Y yo estaré de nuevo aquí escondido, eterno espectador de la esquiva imagen de tu belleza.

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sábado, 8 de diciembre de 2012

ROMPERREALIDADES 2: Desde el cielo

Aquella noche dormí del tirón. Cuando me levanté fui a mirarme en el espejo del baño, como siempre; por más poses que hiciera (sí, hacía poses en el baño, ¿algún problema...?) no parecía que mis músculos en general... No, ni tan siquiera los dorsales habían crecido nada. <<Bueno, que acabo de comenzar el tratamiento. No debería tener tanta prisa.>>

Me dí una ducha que pareció retirar estos pensamientos de la cabeza. Por aquel entonces mi país estaba en una crisis económica que según decían era mundial. Como fuera, mi empresa me había mandado al ERE y no tenía mucho que hacer, de modo que me pasaba (¿cómo no?) el día en el gimnasio. Mi vida entonces era algo como casa - gimnasio - casa, básicamente.

Pasaron varios días desde el encuentro con aquel hombre y continué tomando las pastillas. Al principio tenía una gran confianza puesta en en ellas, como si fueran la 'panacea universal' o algo así. Pero, a medida que transcurría el tiempo y me miraba en el espejo una y otra vez la confianza se esfumó. No estaba consiguiendo nada con ellas.

Entonces empecé a pensar que tal vez algo iba mal con el tratamiento. Recordando las palabras del hombre que me lo dio... <<este suplemento sólo funciona si tienes una gran voluntad>> ... <<¡Maldita sea! ¿Y cómo debería proyectar esa supuesta 'voluntad' de la que me habló? Yo quiero ponerme más fuerte, o al menos que crezcan mis dorsales...>> 

Estaba perdido, no sabía si me habían timado con el fármaco o simplemente lo estaba usando mal.
En cualquier caso lo mejor sería darle un intento. Simplemente debía averiguar cómo aumentar la fuerza de mi voluntad (anda, y eso que yo creía que ya era fuerte...). Pero... ¿hacerlo de la noche a la mañana...?

Como es lo normal en estos casos, decidí buscarlo en internet: 'cómo potenciar la fuerza de voluntad'. Pero no tuvo sentido, la mayoría de las cosas se referían a 'voluntad para hacer dieta' o 'voluntad para dejar de fumar', cosas así. De forma que decidí... hacerlo por las bravas. Escribí en el techo de mi habitación, justo sobre mi cama 'FUERZA', y en la pared de enfrente 'DORSALES'. De este modo nunca olvidaría mi voluntad. Incluso me lo escribí en ambas manos, con rotulador indeleble. Ahora sí que estaba decidido a conseguir una mejora.

La mañana siguiente me levanté y corrí al baño, casi desesperado. Si esto no había funcionado...
"¡¡¡BIEEEEEEEEEEEENNNN!" No pude reprimir el grito. No era mucho, pero... ¡mis dorsales habían crecido! Por fin veía la luz, sabía lo que era la voluntad... Podía conseguirlo. Ese día fui al gimnasio y entrené como un poseso (sobre todo los dorsales, claro). Después de llegar a casa y cenar, de nuevo iba a tomar el suplemento... pero ¡ahora sabía cómo hacerlo! Me miré fijamente en el espejo, a mí y a mis dorsales. Y grité con convicción: "¡Quiero que mis dorsales sean tan grandes como alas!"

Ahora mi tradicional obsesión se estaba tornando en algo distinto, sabe dios en qué. Me fui a la cama con la total convicción de que cuando amaneciera sería más fuerte. Esa noche me dormí enseguida; pero en plena madrugada me asaltó un fuerte dolor en la espalda. No me preocupé; tal vez había dormido en una mala postura, o me había dado algún tirón... El caso es que no conseguí volver a pegar ojo en toda la noche.
<<Mierda, ayer no me dolían. ¿Por qué ahora...?>> Aún así me incorporé y fui a mirarme en el espejo... ¡habían crecido un montón!

Alentado por aquella visión me dirigí al gimnasio como siempre. Me propuse ignorar el dolor, así no le dije nada al monitor. Si supiera lo que me ocurría, no me dejaría trabajar esa parte...
Comencé a hacer dorsal con el peso habitual, pero algo me sorprendió. No me costaba nada levantarlo. Puse más y como si nada. Además cuanto más peso ponía, parecía que remitía el dolor.
Fui aumentando la carga progresivamente. Pude hacer 10 repeticiones. Lo aumenté e hice 5. Quería comprobar cuánto peso era capaz de mover ahora con los dorsales. Lo aumenté de nuevo, e hice 2. Lo aumenté un poco más...

<<Esto cuesta, realmente cuesta...>> "¡Aaaaaarrghhhhh!" El peso comenzó a elevarse lentamente, y entonces... '¡raaaaaaajjjjjj!' Noté un intenso dolor en la espalda, como si se me desgarrara. Y luego un increíble alivio. Solté el peso y me la palpé. <<Esto... ¿ehhh?>> 
Volví la cabeza y allí estaban: unas carnosas alas, como las de un murciélago, pero de mi mismo color de piel. Miré para todos lados; no había mucha gente a esa hora por suerte, y parecía que no me habían visto. Tomé una toalla que siempre llevaba en el gimnasio y me la eché por encima para tapar ¿mis? alas. Inmediatamente recogí todas mis cosas y me marché de allí.

¿Cómo era aquello posible? alas en mi espalda... ¿era algún tipo de 'mutación genética espontánea' o algo similar? Llegué a mi casa aún envuelto en la toalla, e inmediatamente fui a por el frasco. Lo abrí y me lamenté en silencio, al ver que quedaba menos de la mitad. <<Joder, esto parece muy poderoso... si hubiera aprendido antes a usarlo...>>
Tenía una agobiante sospecha que quería confirmar. Fui al salón y abrí la puerta del balcón. Me asomé y destapé las alas de mi espalda. Estaban arrugadas, parecían débiles. Intenté moverlas, pero apenas las sentía como parte de mi cuerpo.

Fue entonces cuando hice la prueba: tomé una pastilla y permanecí con la vista perdida en el cielo. Tras un rato...
Pensé con fuerza: <<quiero volar>>, pero no ocurrió nada. Con más fuerza: <<¡QUIERO VOLAR!>>, pero todo siguió igual. 
"¡¡¡MIERDA!!! ¡¡¡HE DICHO QUE... QUIERO VOLAAAAAAAAARRR!!!" Lo había hecho. Lo grité con todas mis fuerzas, y algunas personas que transitaban por la calle miraban hacia mi balcón perplejos.
Ahora sí... noté la fuerza en ellas, cómo crecían. Y comencé a moverlas; primero un poco, luego un poco más,... y despegué.

Ah, hoy todavía no puedo olvidar aquel primer vuelo... ¿Sabes lo que se siente cuando crees que el mundo es de una forma, hasta que tomas una perspectiva totalmente distinta de él? Yo no lo sabía, hasta entonces; cuando lo ví desde el cielo. Fue increíble... Y fugazmente invadió mi mente un nombre: <<Rom-pe-re-a-li-dín...>> <<Ahh, finalmente lo entiendo... ROM-PE-RE-A-LI-DA-DES>>
Entonces... ¿ese fármaco, básicamente, cumpliría mi voluntad? No, mejor... ¿'Rompería' la realidad y la moldearía a mi voluntad? Pero eso... sería otorgarme el poder de un dios. Y sólo me quedaban unas pocas pastillas.

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viernes, 30 de noviembre de 2012

El Alma del Gladiador Capítulo 9


Me cogió desprevenido con aquella frase. Pero no me iba a rendir, aquello era por su bien. “Yo también quería estar contigo, además me divertía mucho (Hime arruga ligeramente la nariz y me mira de reojo) pero has trabajado mucho y creo que te mereces una recompensa. De modo que te he preparado esta sorpresa, y espero que la aceptes.”
“... ¿y por qué no la iba a aceptar...?”
Sonreí abiertamente: “Sí, eso pienso yo. De modo que deja que te la muestre.”
“¡Sí, qué bieeen!”

De nuevo la tomé de la mano y llegamos a una puerta. Sobre ella ponía de nuevo 'Ministerio de Educación'. Pasamos sin llamar. Nos acercamos a un mostrador que había cerca de la entrada, donde atendía un hombre con bigote de unos cuarenta años.
Le miré con una cierta expresión de complicidad al tiempo que decía: “Buenos días. El mochuelo ha llegado al nido. Vengo a buscar el huevo de oro.”
El hombre levantó el pulgar de la mano derecha en señal de 'ok': “La gallina cacarea.” (Ella nos miraba con una ligera mueca de confusión). A continuación sacó de debajo del mostrador algo envuelto en papel de regalo. Por la forma parecía algo plano, como un papel.

“¿Tú eres Hime?” Preguntó.
“¡Sí, soy yo!” La niña al ver el regalo estaba emocionada.
“Pues este regalo que ves aquí puede ser tuyo...”
“...¿Puede...?” Hime parecía un poco descolocada. Seguramente se había hecho a la idea de que la sorpresa ya era suya y sólo iba a cogerla.
“Sí; todo depende de que aciertes la palabra secreta”
“Aaahhh... ¿la palabra secreta...? Pero, ¿qué tipo de palabra es? ¿puedes darme alguna pista?”
“¿Una pista? Vale, pero no te puedo dar muchas... Es una cosa que existe.”
“¿Ehhh?” Ella puso una cara de extrañeza graciosísima. “¿Sólo eso? ¿algo que existe? ¿pero cómo lo voy a adivinar así? ¡Jooooo, pero dame alguna pista más!” Ya estaba hinchando los papos de nuevo...

“Otra pista... buff... esto... es una palabra un poco larga...”
“¡Ya lo tengo! ¡Ornitorrinco!”
“¡Jajajajaja...! El hombre del mostrador y yo rompimos a reir al unísono. La miré de lado: “¿Eso es una palabra larga? No me hagas reír, me estás subestimando...”
Ahora también arrugaba la nariz, tenía cara de enfado. No es que me gustase hacerla rabiar (bueno, tal vez un poco...) pero debíamos provocarla un poquito más.
“Bueno, ¿y qué tal una tercera pista?” pidió HIme.
“Está bien”, dijo el hombre “pero ésta será la última”.
“De acuerdo, pero espero que al menos sea un poco más útil que las otras dos”.
“Toma” el señor le ofreció un papel.

“¿Qué es eso?”
“Aquí está escrita la palabra secreta.”
“¿Me la das, así sin más?”
“Te la doy, pero a cambio tienes que ser capaz de leerla en voz alta sin equivocarte.”
“¡Está bien!” La niña saltó y arrebató el papel de su mano.
Comenzó a leer: “Hipopotromonstrross... ¡Aaaaaaaaarrrrghhhhh! ¡¿Pero qué es esto...?! ¡Me estáis tomando el pelo!”
(por cierto, la palabra era 'hipopotomonstrosesquipedaliofobia', jaja).

Ahora SÍ que estaba enfadada. “¡Ahhhhhhhhhhhh!” Tomó carrerilla y saltó encima del mostrador. Agarró violentamente el regalo de la mano del hombre y bajó con otro salto.
¡Jajaja! ¡Ahora está en mi poder, no me atraparéis!”
Corrió hacia la puerta, salió al descansillo y comenzó a bajar por las escaleras ruidosamente.
Yo en seguida fui tras ella, pero antes le guiñé un ojo al dependiente al tiempo que levantaba el pulgar: “¡Gracias, misión completada!”
jajaja, no hay de qué. Me lo he pasado en grande.”
¡Hasta luego!” Yo también eché a correr escaleras abajo, intentando no perderle la pista de la fugitiva. Cuando llegué al portal ella ya había salido, ¡y seguía corriendo por una acera!

¡Himeeeee! ¡Está bien, tú ganas! ¡El regalo es tuyo! ¡Pero espérame, por favor!”
Al oirlo fue disminuyendo la velocidad, hasta que se detuvo a esperarme delante de un paso de cebra. Por suerte para mí el muñeco para los peatones estaba en rojo, y no podía cruzar. Aproveché la circunstancia, corrí y la alcancé. Ella me veía venir escondiéndose el regalo detrás.
¡Es mi regalo!”
Que sí, que es tuyo. Tranquila, que no te lo voy a quitar.”
¿De verdad...?”
¿Lo prometes...?”
Lo prometo. He dicho que te merecías una recompensa, ¿no? Pues es tuyo.”
Su rostro se tornó de lo que parecía una rana (por los mofletes hinchados) a la clásica sonrisa de vendedor de seguros.

Entonces, ¿puedo abrirlo...?”
Claro, pero sólo si aciertas otra palabra secreta...”
¡Bah!” Hime sacó la lengua fingiendo una expresión de desdén y comenzó a abrirlo.
Por cierto, ábrelo con cuidado, no lo rompas...”
Ella así lo hizo, quitando esmeradamente el celo del envoltorio, con actitud. Ya se comenzaba a ver que, en efecto, era un papel. Tras desenvolverlo casi por completo, se leía: ADMITIDA AL CURSO ACELERADO.
La boca se le abrió de repente, como si no pudiera evitarlo. Parecía haberse quedado de piedra, con los ojos muy abiertos observando el papel.

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miércoles, 28 de noviembre de 2012

ROMPERREALIDADES: El comienzo

<<Maldita sea esta vigorexia, estoy obsesionado con mis dorsales. Haga lo que haga no me parecen lo bastante grandes...>> Ésa era mi mayor preocupación por aquel entonces, por más superflua que parezca. Me pasaba horas y horas en el gimnasio, intentando aumentar mis músculos.
Cierto día yo salía de allí, ya de noche. No quedaba un alma en él. Había estado muchas horas, pero mis dorsales no eran aún lo bastante grandes. Me despedí del único encargado que quedaba, que estaba ya cerrando. Tomé la acera hacia la izquierda, con la habitual expresión de frustración causada por mi complejo.
Cavizbajo y ofuscado, no miraba por dónde caminaba. De pronto tropecé con alguien: 

"Disculpe, culpa mía. No estaba prestando atención..."
"No hay problema." La voz sonaba grave pero agradable. Dirigí la vista al hombre que yacía en el suelo. Era de color, y más bien mayor; aparentaba sobre unos cincuenta años. Tras observarlo un poco más no pude callarme cuando me percaté de lo que llevaba encima: Una bolsa de tela, como una mochila, donde ponía 'suplementos médicos'
"Disculpe mi intromisión, pero... ¿acaso se dedica usted a los suplementos para deportistas, o algo similar?"
El hombre me miró, primero pensativo. Luego sonrió: "Bueno, podría decirse que sí."
 
"Es que, mire, llevo mucho tiempo entrenando porque quiero aumentar mi potencial, mi musculatura. El caso es que tengo la impresión de que mis dorsales no están creciendo, o no lo hacen lo suficiente."
Ya aparte de la historia, creo que no hace falta que diga que por aquel entonces tenía un transtorno vigoréxico importante.
"No te preocupes. Yo te puedo ayudar. Pero sólo si estás seguro de lo que quieres. Los suplementos que yo tengo sólo responden ante una fuerte voluntad del que los toma."
"Estoy seguro, y determinado. Necesito que crezcan mis dorsales. No hay nada más importante para mí en este momento."
De nuevo el hombre sonrió.

" Está bien, yo te puedo dar un frasco pequeño para que los pruebes. Pero te aviso que no tienen receta médica y que no me hago responsable de cómo le sienten a cada persona en particular."
Aquello último me hizo dudar. "¿Pero no serán malos para mi salud?"
"Creo que no me he explicado bien. El efecto de estos suplementos se ve influido por la voluntad de quien los toma, como ya te he dicho antes. Eso significa que, mientras tu voluntad sea la correcta, el efecto será el que buscas..."
"¿Voluntad...? Nunca antes había oído nada como eso..."
"Es un nuevo suplemento experimental, producto de las últimas investigaciones médicas en el campo. Si no los quiere no hay problema, yo se los ofrezco gratuitamente y sin compromiso."
"Hummm..." <<si tomo el último suplemento inventado, el más avanzado, ganaré músculo más rápido que con ningún otro, y seré la envidia del gimnasio...>> 
 
"De acuerdo, lo probaré. Después de todo es gratuito, no tengo nada que perder."
"No se arrepentirá, éste es un gran producto. Pero recuerde: Voluntad."
Tomé el pequeño frasco y me lo guardé en el bolsillo.
"Ah, por cierto... debe tomar sólo una pastilla por día. No lo olvide. Aunque puede tomarla a cualquier hora, indistintamente."
"¿Sólo una...? Qué poco, ¿no? ¿Y qué pasa si tomo más?"
"No lo haga. Como ya le he comentado, se trata de un suplemento experimental y aún no hemos evaluado los casos de sobredosis..."

"Vale, lo recordaré. Una pastilla al día. Gracias por el frasco. Esto... ¿si quisiera más cuando se me termine, ¿dónde le puedo encontrar?"
"Si quiere más, mejor diríjase a la empresa farmacéutica 'Antroponova', que es quien dirige el proyecto de desarrollo."
"Bien, me lo apunto." Saqué el teléfono móvil y pulsé 'crear nota nueva'. "An-tro-po-no-va... Gracias por todo. De todas formas, quiere dejarme su número de teléfono para que le comente qué me pareció?"
"Me temo que no me será posible... Mi teléfono se estropeó hace poco. Pero si quiere contactarme, apunte esta dirección de correo:" 

Sin guardar el teléfono, creé otra nota nueva. "Sí, diga..."
"la dirección es 'dreamingofhumanpotential@gmail.com'. Y ahora, si no le importa, me tengo que ir. Suerte con el suplemento."
"Ah, entonces gracias y adiós." 
El hombre se dio la vuelta y dobló por la primera esquina. Justo antes de que lo hiciera aprecié un logotipo en la bolsa de los suplementos: 'Antroponova'.

Un poco recuperado de mi habitual frustración comencé a andar hacia mi casa, mientras observaba el pequeño frasco con interés. "Romperrealidín..." leí, <<extraño nombre, lo normal en los medicamentos.>> 
Con estos pensamientos llegué a casa. Mis compañeros de piso no estaban, tal vez ya se habían acostado. Cené y me tomé una pastilla. Quería comenzar el tratamiento lo antes posible, para ver sus resultados. Al poco tiempo me fui a la cama.

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