domingo, 30 de diciembre de 2012

Duelo contra la evolución (parte 3)

Asoma la cabeza, y ve la marea de hombres de blanco que se dirige hacia ellos. Va a cargar y derribarlos, no queda otra opción... "¡Espera!" Dama señala a la derecha: "¡Ve por allí, hay una salida de incendios!"
Haru obedece raudo y toma la puerta que ella le indica, baja las escaleras sólo un piso hasta el primero. "¡Sal por esta puerta!" De fondo se puede oír cómo la marabunta de médicos toma la misma salida de incendios y comienza a descender por los peldaños.

"Toma ese exitintor y corre hasta la habitación 109".
Llegan a ella: "Déjame en el suelo, entra y rompe la ventana con el extintor". Haru no se plantea ni una sola de sus órdenes. Entra como una exhalación ante la sorpresa del enfermo que allí se aloja. Rompe la ventana sin miramientos. Al salir de la habitación los médicos están peligrosamente cerca.

"¡Rápido! ¡Cógeme y salta por la ventana!" Haru vence el vértigo de saltar a lo desconocido y cae sobre el tejado que cubre la entrada principal del hospital.
"¡Huyamos de aquí! ¡Lejos, sal por esa verja a la derecha y vámonos muy lejos!"
El hombre salta manteniéndola en sus brazos como puede, y echa a correr. Para él parece repetirse la historia. Pero el cuerpo que sostiene siente algo nuevo, late rápido y sus ojos al fin desbordan la ilusión de que se les había privado durante años.
"... ¡Todo recto! ...
... Ahora gira a la derecha ...
... Sigue recto... "
Salen de la ciudad hasta la falda de un monte. Pero no tienen comida, ni dinero, ni nada. Afortunadamente Haru sabe cómo sobrevivir y podrá cuidar de ella.
"Descansemos. Debes estar muy cansado tras cargarme todo el camino. Creo que luego podré caminar por mí misma."

Ya está llegando el ocaso, y el horizonte se ruboriza. "No dormiremos todavía, debemos alejarnos más. Cruzaremos la montaña, y buscaremos algún lugar resguardado. A partir de ahora nuestra meta será establecernos en una casa-escuela, donde te enseñaré." Haru simplemente asiente atento.
Parece tan sorprendente la veloz amalgama que han formado estas dos personas fuera de lo común. Pero Dama cree que tal vez le ha exigido demasiado y quiere probar: "Puede que te haya pedido demasiado de repente... No tienes que renunciar a tu nombre, si no quieres."
"Mi nombre es el nombre de quien soy ahora, y ése es tu discípulo. Mi nombre es Haru, y no quiero oír hablar de cualquier otro que tú no me hayas dado."
Dama sonríe satisfecha: "Muy bien, no esperaba menos del hombre elegido como mi pupilo."
Tras un rato se levantan y suben por la montaña. Al otro lado se extiende una cordillera tintada de verde, con pocos signos de civilización. Haru se siente como si volviera a casa de nuevo. Pero ya no es 'Pedro'. El tal 'Pedro' ahora forma parte de un pasado que ahora se antoja tan ficticio como cualquier sueño.

Caminan durante varios días, y Dama conoce la vida afuera de su viejo mundo. Pasan el tiempo juntos, siempre juntos. Haru le muestra el alba y el crepúsculo como nunca los había visto. Ellos, dos seres descarriados del ritmo frenético del mundo se encontraron, y escaparon para siempre de él.
Cerca de la puesta del sol Haru guía el camino: "Veo algo a lo lejos..."
"Puede que sea un buen lugar. Vayamos a revisarlo."
Tras algunos minutos llegan al punto. Un recóndito paraje, escondido entre lo frondoso del bosque.
Dama lo observa complacida: "...Sí... Éste será nuestro lugar. Construyamos una cabaña bien escondida, oculta de todo." Se acerca a Haru y lo abraza: "Será tu escuela, y nuestro lecho." Se besan y se estrujan...
"Quieto, fiera. Primero hagamos la casita, y luego los bebés."

El joven asiente y va a buscar algunos troncos.
Ella contempla el horizonte, como si no se pudiera creer todo lo que está pasando. Parece demasiado bueno para ser verdad... al fin puede llevar su sueño a la realidad. Sí, es un sueño complicado, y sólo tiene unas pocas posibilidades de éxito; pero... al menos, se le ha dado la oportunidad de apostar. De modo que va a ponerlo todo en ello. Siempre quiso cambiar el mundo, y aquí llega su oportunidad.

Se ha quedado embobada, perdida en el horizonte. Se da la vuelta, y Haru ha reunido bastantes palos.
Está disponiéndolos como buenamente puede, en unas rústicas cuatro paredes que se apoyan contra una roca en la parte de atrás. El 'tejado' lo forman unas ramas repletas de follaje. Aunque no parece que pudiera retener la lluvia en lo absoluto, Dama sonríe: "Te vas a librar porque parece que esta noche no lloverá... Anda, vayamos a dormir. Mañana empezaremos con tus clases." 
 

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Duelo contra la evolución by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.

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