¿No has leído el capítulo anterior? La historia comienza aquí: El Alma del Gladiador Capítulo 1
Literalmente se arrojó en un placaje contra ellos y algunos cayeron al suelo. Después la atraparon y comenzaron a golpearla sin piedad. Y ahí tienes el peor recuerdo de mi vida; ella sufriendo una tremenda paliza y yo paralizado de miedo, como un cobarde. No fui capaz de ayudarla, y para colmo los abusones me ignoraron diciendo algo como “déjalo, alguien tan patético no merece la pena”.
Literalmente se arrojó en un placaje contra ellos y algunos cayeron al suelo. Después la atraparon y comenzaron a golpearla sin piedad. Y ahí tienes el peor recuerdo de mi vida; ella sufriendo una tremenda paliza y yo paralizado de miedo, como un cobarde. No fui capaz de ayudarla, y para colmo los abusones me ignoraron diciendo algo como “déjalo, alguien tan patético no merece la pena”.
Cuando
se marcharon corrí al lado de Hime, que estaba en el suelo repleta
de heridas por todas partes. Me agaché junto a ella, impotente. Se
me encogió el corazón como una aceituna y parecía que apenas
pudiera respirar. Antes ya me había sentido patético por mi
cobardía, pero esto era totalmente distinto.Y, por primera vez en mi
vida, lloré.
Sí,
fui así de patético; ella estaba allí postrada llena de heridas y
dolor, pero era yo el que lloraba como un bebé, pareciendo casi que
me ahogaba. Tan sólo murmuré, entre sollozos: "Lo siento... lo
siento... todo ha sido culpa mía..."
Ella
no contestó. Simplemente permaneció allí tirada, mirando al cielo
con los ojos perdidos, jadeando. La habían hecho daño. Y por mi
culpa. Y yo no había movido un dedo para evitarlo. Jamás había
conocido un dolor así. Noté que algo dentro de mí cambiaba, y en
ese momento me invadió una sensación desconocia para mí hasta
entonces: la culpa. Me sentía tan miserable que no sabía lo que
decir; obviamente era una carga para ella. Sin mediar palabra me puse
en pie y lentamente fui caminando en dirección a mi casa.
De pronto: “¡Eh!
¿Dónde crees que vas?” preguntó, gritando desafinadamente, la
figura que yacía tendida junto a la entrada del colegio. Tal vez
ahora me odiaba, y me quería hacer pagar todo aquello por lo que la
había hecho pasar. “¡He dicho que vengas aquí, maldita sea!”
bramó todavía con más furia que antes. Finalmente mi remordimiento
pudo más que mi temor y me di la vuelta hacia ella, acercándome sin
mirarla y con la cabeza baja. <<Lo que he hecho no tiene
perdón, y más por habérselo hecho a la persona más importante
para mí. Aceptaré mi castigo y por una vez haré lo correcto>>.
Me
aproximé hasta ella, todavía mirando al suelo, bajando la cabeza
todo lo que podía. “Agáchate.” Temeroso de lo que estaba por
venir hice lentamente lo que me decía, y cerré los ojos con fuerza.
Repentinamente ella me abrazó, haciendo que perdiera el equilibrio,
y me apretó fuerte contra ella. “Abrázame. He pasado tanto
miedo...” Entonces mi sentimiento tocó fondo. Ella no era una
superheroína ni nada por el estilo. También tenía miedo, pero aún
así se había enfrentado a él.
Después
de algunos sollozos se enjuagó los ojos con una mano y me miró
fijamente. “Es normal tener miedo, y es normal sentirse mal. Pero
NUNCA se abandona a la persona que más te aprecia”.
Al
oír esas palabras me dio un vuelco el corazón. En otra situación
me habría puesto colorado, pero entonces sólo pude romper a llorar
con ella y abrazarla con más fuerza. “Lo siento. Siento ser tan
cobarde. Te prometo que nunca te voy a abandonar. Y que voy a ser más
valiente. Si es por tí, seguro que puedo hacerlo”.
“No
hace falta que seas valiente. Yo te protegeré siempre, no me importa
sangrar si es por tí. Sólo quédate a mi lado”, dijo mientras me
estrujaba. Esa promesa de verdad me llegó al alma.
La
ayudé a ponerse en pie y fuimos a mi casa. La dejé con algunas
sirvientas para que la curaran. Tras unos instantes volvió una
sirvienta para hablar conmigo. “Señorito, hay un pequeño
problema. La señorita dice que no se dejará curar por nadie que no
sea usted”. “Está bien”, dije y la acompañé a donde estaba
Hime (aunque antes pasé rápidamente por la cocina...). Entré en la
habitación. Y allí estaba ella, con sus papos hinchados en señal
de enfado, la cara roja y los ojos húmedos. Después de todo, éramos
niños. No había nada de que extrañarse. Aún hoy cuando recuerdo
aquel rostro de enfado inocente no puedo evitar la sonrisa.
Finalmente
la curé, y estuvimos juntos. No necesitaba más, sólo <<mi
Hime>> podía ser todo mi mundo, no había otro lugar más
acogedor para mí que su vera. De pronto me di cuenta de algo que
antes jamás había pensado. Había cobrado un gran tesoro: Ahora
tenía por fin un motivo para vivir. Ya no era el dinero, ni mis
sirvientes, ni mi ropa cara...
Era ella.
Y
acto seguido otra imagen asaltó mi mente. Mi Hime placando a cinco
matones a la vez, y siendo luego machacada a golpes. Seguramente
tomarían represalias contra ella el día siguiente. Y al otro. Y su
vida sería un infierno. No podría dormir, no podría comer,
languidecería y se convertiría en un vegetal. Pero seguiría
sonriéndome como el primer día; como si no hubiera pasado nada.
“...ta!
¡Kota! ¡Kota!” Me había perdido en mis pensamientos. “¿Qué
haces? De repente te has quedado como atontado, y poniendo caras
raras...” “Lo siento, me he distraído. A ver, que continúo con
la operación” Saqué un cuchillo que había cogido antes en la
cocina: “¿Por dónde debería cortar, señorita? ¿Muslo o
pechuga?” De golpe se quedó muda por un momento. “No, si
realmente ya no me duele apenas...” “Jajajaja...” rompimos a
reír como hacen los niños, como deberíamos hacer más a menudo.
Realmente estar juntos era así de bueno.
Siguiente: El Alma del Gladiador Capítulo 3
Siguiente: El Alma del Gladiador Capítulo 3
El Alma del Gladiador by Ignacio García Pérez is licensed under a Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 Unported License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta que te pareció el texto, ¡¡las opiniones y críticas son importantes!! XD